“El Papa no viene a apoyar a ningún gobierno, ni a ningún partido”, me revira monseñor Eugenio Lira Rugarcía, secretario general del Episcopado Mexicano, cuando lo provoco con la pregunta obligada de a qué viene el Papa a México. El también coordinador general de la visita, puntualiza “…por el contrario, viene a recordarnos el sentido más amplio de la política que es buscar el bien de todos”.

Y no es un celestial rollo. Monseñor Lira sabe de qué habla. Luego de varias invitaciones fallidas, él y todos los obispos mexicanos fueron a visitarlo en El Vaticano hace poco más de un año, en lo que la Iglesia denomina como “visita ad limina”. A puerta cerrada, le expusieron la situación del país sobre todo en lo que hace a la violencia, las desapariciones forzadas y las ejecuciones masivas. Por ello no fue gratuita aquella frase que tanto irritó al gobierno y que Francisco expresó en una carta a su cuate de toda la vida, el diputado porteño Gustavo Vera, al que le pidió “evitar la mexicanización de Argentina… estuve con los obispos mexicanos y la cosa está de terror”, pontificaría. Es entonces que decide venir a nuestro país. Así que no es casual un itinerario en que, además de la Ciudad de México, se incluyen estados donde ha habido feminicidios, alzamientos, crímenes y feroces enfrentamientos entre cárteles de la droga. En un video mensaje, Francisco ha dicho que “México está viviendo un pedacito de guerra” y asegura que viene a exhortarnos a “la lucha de todos los días, contra la corrupción, el narcotráfico, la desunión, el crimen organizado y la trata de personas”. Por cierto, el papa Francisco tendrá 13 alocuciones —entre homilías, Angelus y discursos— durante sus seis días de visita a México; así que es seguro que dirá muchas cosas que incomodarán e irritarán a sus anfitriones. A propósito, quienes sí harán grilla son los mandatarios de todos los niveles que están gastando hasta lo que no tienen para eximir sus pecados y bendecirse cada segundo que se pueda al lado del Pontífice: una foto con el Papa, no tiene precio. Aunque me dicen que Francisco dispuso que entre más apretada la agenda mejor. No se cómo se diga en latín “a lo que te truje Chencha”, pero puedo suponer que esa será la tónica de una visita en tres vías: la pastoral, marcada por la necesidad imperiosa de reanimar una Iglesia católica que pierde fieles cada día; en paralelo, un viaje apostólico que evidentemente tendrá una dimensión política; Francisco será el primer Papa en la historia de este país en ser recibido en el Palacio Nacional, con todos los honores de un Jefe de Estado, lo que representa un triunfo diplomático y de imagenología para el gobierno de Enrique Peña Nieto. Simultáneamente, se estará produciendo un fenómeno social todavía invaluable en una población mayoritariamente católica y ávida de un liderazgo moral en quién creer. Y este tal vez sea el papel de un hombre que habla nuestra misma lengua, que también es latinoamericano, que fue cadenero en una discoteque, que le dijo a la novia “o nos casamos o me voy al seminario”, hincha del San Lorenzo de Almagro, que luego se convertirá en el primer jesuita en llegar al papado, que quiere acercar la Iglesia a las minorías y a los pobres, que tal vez por eso quería venir a México.

Periodista

ddn_rocha@hotmail.com

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