¿Quién está más vinculado con el crimen organizado en Tamaulipas, los candidatos del PRI o los de Acción Nacional? Esta es la pregunta que Manlio Fabio Beltrones, presidente del tricolor, y Ricardo Anaya, líder del PAN, han puesto como argumento principal de la campaña para gobernador.

Me recuerda una frase atribuida al ex director de la policía de Tijuana, Julián Leyzaola: “Cuando me hice cargo de la corporación estaba dividida en dos bandos: de un lado se hallaban los de un cártel y del otro … los del otro cártel.”

Igual parece hallarse la vida política tamaulipeca. De lado del PRI Baltazar Hinojosa Ochoa, quien trabajó con Tomás Yarrington, un ex gobernador acusado en Estados Unidos por haber colaborado con el Cártel del Golfo.

Y del otro, como abanderado del PAN, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, quien tiene antecedentes penales en Estados Unidos por haber robado armas y un auto a los 19 años y a quien rodea un halo enrarecido por vínculos inconfesables.

Es increíble que ninguno de los dos partidos haya encontrado un postulante con una hoja de servicio mejor blindada; pero ese es tema para otra columna.

Hoy la cuestión es dilucidar qué candidato está menos comprometido con el hampa.

Tiene razón Ricardo Anaya cuando señala al priísta Hinojosa Ochoa por haber sido secretario de Educación y también de Desarrollo Social con un gobernador perseguido por sociedad con el narcotráfico.

Cabe recordar que la pieza principal de la acusación contra Yarrington fue el testimonio de Antonio Peña Argüelles, un hombre que en los tribunales texanos dijo ser el intermediario entre el ex gobernador y el Cártel del Golfo (CDG).

Este testigo se entregó el 29 de noviembre de 2011 en las oficinas de la DEA, en San Antonio, porque Heriberto Lazcano de los Zetas lo quería levantar.

A partir de ese momento compartió varios volúmenes de confesiones que sirvieron a la justicia estadounidense para actuar en contra de Yarrington por los pagos multimillonarios que recibió a cambio de proteger al CDG.

Resulta difícil de explicar que un hombre próximo a este prófugo de la justicia haya sido nombrado como candidato del PRI a gobernador. Sin embargo, debe precisarse que, en los cientos de horas dedicadas a testificar, Peña Argüelles no vinculó directamente a Hinojosa Ochoa con el crimen organizado. Tendrá otros pecados, pero al parecer éste no.

En cambio, el testigo protegido sí hizo imputaciones directas en contra de García Cabeza de Vaca, el candidato panista. Denunció que en el año 2004 recibió de Héctor Sauceda, operador del CDG, 500 mil dólares para financiar su campaña a presidente municipal de Reynosa.

(Esta información puede encontrarse en el expediente de la demanda criminal SA-12-m-120: Estados Unidos vs. Antonio Peña Argüelles).

El testigo asegura que él fue intermediario entre Sauceda y el futuro munícipe de Reynosa por instrucciones, nada más y nada menos, que de Tomás Yarrington. El objetivo era dejarle sembrado al futuro gobernador tamaulipeco un presidente municipal panista endeudado con la mafia.

“En mi presencia (Yarrington) se comunicó vía celular con … Cabeza de Vaca y le hizo saber que yo me encargaría de apoyarlo”, reveló Peña Argülles.

Lo increíble es que en México la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) no haya investigado esta denuncia grave. Acaso la procuraduría panista no quiso perseguir a uno de los suyos.

Por lo pronto este mes de junio los votantes en Tamaulipas se encuentran frente a una paradoja sin solución: en mayor o menor grado ambos candidatos están ligados a Tomás Yarrington Ruvalcava. ¡Vaya coincidencia!

Zoom: Me dice un querido amigo tamaulipeco: el problema es que en mi tierra ya decidieron: ¡No importa qué tanto esté metido, siempre y cuando no sea del mismo partido! www.ricardoraphael.com

@ricardomraphael

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