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La mejor política ambiental en el Valle de México es rezarle a la Virgen de la Cueva para que haga llover. No conocemos cuál sea la segunda mejor opción porque carecemos de evidencia científica sobre el éxito del Hoy No Circula y no hay otra política ambiental que haya sido evaluada con rigor ni método.
Las autoridades que gobiernan el Valle de México decidieron que para enfrentar la contingencia ambiental era necesario sacar de la circulación el mayor número de vehículos. ¿Con qué datos optaron por el Hoy No Circula sobre otras posibles soluciones?
Esta semana, durante un evento dedicado a la evaluación de políticas públicas organizado por el centro CLEAR, Gonzalo Hernández Licona, presidente del Coneval, exigió que se evalúe el Hoy No Circula para que la ciudadanía resuelva las muchas dudas que tiene sobre su funcionamiento.
Junto con ésta, otras variables deberían también ser evaluadas, por ejemplo la expansión desordenada de la ciudad, el manejo desastroso de la basura, las emisiones contaminantes que aporta el transporte de carga y de pasajeros, la corrupción en los verificentros, la obra pública que incrementa el tráfico, la ausencia de opciones para la movilidad, la inversión en transporte público no contaminante, la calidad de las gasolinas, la vigencia de las normas relativas a la antigüedad y peso de los vehículos, etcétera.
¿Por qué sin evidencia científica concluyente los gobernantes del Valle de México se aferraron al dogma del Hoy no Circula?
Hay una explicación que se asoma como principal: porque a diferencia de todas las demás alternativas, el Hoy no Circula tiene baja conflictividad política. Como los automovilistas no son un grupo de presión cohesionado y capaz de organizarse en contra de las decisiones del gobierno, se convierten en el mejor chivo expiatorio de la contingencia ambiental.
Todas las demás soluciones, en cambio, sí representarían obstáculos políticos graves. Vale la pena hacer sobre ellas una revisión a vuelo de pájaro:
Combatir el crecimiento urbano desordenado implicaría enfrentarse a la extraordinaria corrupción que hay entre la autoridad y las constructoras —una fuente privilegiada de financiamiento para las campañas políticas y las fortunas personales de funcionarios y políticos.
Enfrentar el desastroso manejo de la basura significaría pelearse con los reyes de este negocio que gobiernan a su antojo a los partidos, consiguen votos, manipulan intereses muy oscuros y pueden tumbar gobiernos.
Ponerle un alto a microbuseros y otros transportistas organizados derivaría en pleito con una de las mafias más poderosas de la CDMX que, además de ser clientelas políticas clave, pueden poner de cabeza las calles si mañana se decidieran a bloquearlas.
Aceptar que los verificentros son un nido de corrupción evidenciaría que las autoridades de la CDMX y del Edomex son ídem.
Detener la obra pública sería pelearse con las constructoras que por todas partes tienen abiertas las venas de la ciudad, lo cual derivaría además en un costo financiero que nadie quiere pagar.
Invertir en más y mejor transporte público no contaminante es mala solución en lo inmediato y como para el mediano plazo los políticos de hoy estarán todos muertos, el tema les tiene sin cuidado.
Exigir gasolina de mejor calidad pasa por pelearse con Pemex y el infame desempeño de su monopolio cuando ofrece combustible de pésima calidad.
Cambiar las normas 042 y 044 tendría consecuencias con los transportistas de carga y afectaría también a la población más pobre que es quien mayormente cuenta con vehículos envejecidos.
A reserva de lo que digan los científicos me temo que esta evaluación política explica por qué el programa Hoy No Circula, aunque imperfecto, resultó la medida preferida por la autoridad. Claro está, después de rezarle a la Virgen de la Cueva.
ZOOM: La CDMX está secuestrada por los intereses mejor organizados que muchas de las veces también son los más corruptos. Los demás debemos conformarnos con ser ciudadanos de segunda y pagar el costo infinito de nuestra desorganización.
www.ricardoraphael.com
@ricardomraphael