No fue el azar: lo asesinaron con doce balas frente a su oficina de Ríodoce. El periodista Javier Valdez Cárdenas viajó días atrás a la Ciudad de México para conversar con sus compañeros de La Jornada; ahí confió que había estado recibiendo amenazas graves.

Quien lo asesinó calculó con frialdad las consecuencias. La muerte de este ser humano impecable añade terror, desestabiliza y busca inhibir la libertad. Pero el poder oscuro y cobarde detrás de este crimen menospreció el efecto atómico que desde el lunes pasado tendrán para México sus palabras sembradas durante 27 años de trabajo periodístico.

Palabras más poderosas que todas las balas porque Javier Valdez no sabía vivir con resignación.

La fuerza de este ser humano radicó en la respetuosa empatía que sostuvo hacia el dolor: “Si le ganamos terreno a la indiferencia y la deshumanización — y nos ponemos los zapatos de las víctimas— entenderemos y reconoceremos ese narco nuestro de cada día, del otro lado del espejo” (Noroeste, 16/05/17). “Actuamos como si estuviéramos esperando la muerte, acostumbrados a la violencia,” dijo hace poco tiempo en la Feria del libro en Sinaloa. “Y el peor saldo es la forma de vida que nos está generando el narco: salir de tu casa con la mano en el culo,” añadió después en una presentación en Los Ángeles.

“No queremos ver porque no queremos sufrir, porque sufrir es comprometernos” (Feria en Sinaloa). “Prefiero asumir la tarea que me toca como periodista en vez de hacerme pendejo y voltearme para otro lado” (Feria de Sinaloa) “No hay que callar, hay que seguir escribiendo. Creo que el silencio es un acto de complicidad” (2011, reacción contra atentado al Semanario Zeta).

“Yo sigo escribiendo, me apasiona. Tomo píldoras para dormir pero si dejara de escribir me moriría. Si guardara silencio me convertiría en cómplice” (Entrevista con Al Jazeera 2011). “Nosotros tenemos que seguir escribiendo estas historias … porque si la gente no se queda callada, yo tampoco” (Feria en Los Ángeles).

“…Es un peligro estar vivo y hacer periodismo (en Sinaloa). Es como caminar sobre una línea invisible marcada por los malos que están en el narcotráfico y en el gobierno” (Discurso ante el CPJ). “Uno tiene que saber cuál es la tierra que pisa, quién tiene el poder, quién está asesinando, quién distribuye la droga, qué relaciones tienen dentro del gobierno… tienes que conocer (toda) esta información antes de publicar” (Al Jazeera, 2011).

“Ésta es una guerra –—sí— pero por el control del narco” (Discurso CPJ). “Es mentira que haya una guerra contra el narco … Es una farsa criminal. Es una broma macabra … es mentira que el gobierno esté retomando el control. Es el narco el que decide terminar con la violencia eliminando otros cárteles” (Feria en Los Ángeles). “Nosotros los ciudadanos ponemos los muertos y los gobiernos de México y Estados Unidos las armas … Los encumbrados invisibles y agazapados —dentro y fuera de los gobiernos –—se llevan las ganancias” (Discurso CPJ).

“Esta clase política hija del narcotráfico en regiones como Sinaloa es intolerante y es más peligrosa que los capos” (Noroeste, 16/05/17). “En Ríodoce hemos experimentado una soledad macabra porque nada de lo que publicamos tiene ecos ni seguimiento y esa desolación nos hace más vulnerables” (Discurso ante el CPJ). “Yo veo más gente preocupada por salir a recibir los televisores que reparte el pinche gobierno, perdón por lo de gobierno, que por salir a la calle a protestar.”

“Matan a alguien y no pasa nada. Entonces van a venir por nosotros y nos van a matar y no va a pasar nada y ese es el peor saldo” (Feria en Sinaloa).

ZOOM: Su tragedia no debe alimentar la resignación sino el coraje. Javier Valdez Cárdenas luchó con todas sus fuerzas por no volverse, como tantos otros, un “homicida del futuro”. Nos faltan muchos como él para detener la ola de muerte que golpea nuestra maltrecha orilla.

www.ricardoraphael.com

@ricardomraphael

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