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Tan pésimo estuvo que borró el tuit. Le llovió al ex presidente Felipe Calderón por su misoginia y decidió retirar la piedra arrojada contra el aparador. Piedra que no fue piedra sino bumerán. Se hizo daño en este round de su ya antiguo pleito de barrio con Andrés Manuel López Obrador, y también le hizo mal a las aspiraciones políticas de su esposa.
Al mejor estilo impuesto por Donald Trump —que con su ejemplo recomienda a los políticos militantes de la pos-verdad publicar lo primero que les viene en mente— el martes pasado Calderón subió a la ciudad virtual un tuit que decía: “Delfina es nombre propio? O así le dicen por como la trata quién la nombró y es su jefe?”.
Debió parecerle simpático y ocurrente el desliz. El cristal opaco de sus lentes no dio para mirar más allá de un sentido del humor cargado de desprecio.
La mujer a la que hizo referencia se llama, en efecto, Delfina Gómez Álvarez. Nació en el municipio de Texcoco hace cincuenta y cinco años. Su trayectoria profesional es obra principalmente suya. Proviene de una cuna modesta, estudió para maestra, tiene estudios en el Tecnológico de Monterrey y fue directora de escuela. Por mérito propio llegó a ser presidenta municipal de Texcoco y luego diputada federal.
Con esta biografía es injusto adjudicar sus éxitos a un solo hombre. Hacerlo es un acto ingrato porque produce desprecio sobre un ascenso honorable, sin pasadizos ni subterfugios.
Si esta candidata al gobierno del Estado de México hubiera salido de la nada cabría especular sobre el argumento del nombramiento y la jefatura, pero la evidencia curricular permite, al menos, poner en tela de juicio la mala leche del ex presidente.
Se añaden al equívoco los recuerdos del maltrato que Josefina Vázquez Mota sufrió por parte de Calderón durante las elecciones de 2012. Para nadie es secreto que el ex presidente quería a Ernesto Cordero como abanderado del PAN a la Presidencia. Tampoco lo es que hizo todo lo posible para descarrilar las ambiciones de su antigua secretaria de Educación.
¿Cómo olvidar la humillada que le puso cuando pidió su renuncia al gabinete o la menospreciada que le dio porque, ante sus ojos, México no estaba listo para lidiar con una presidenta como Josefina?
Si el PAN llegó en tercer lugar durante la última contienda presidencial fue porque Calderón nunca confió en Vázquez Mota. Ella tendría un día que contar en público cuánta majadería tuvo que soportar desde los Pinos.
Sin duda Calderón vivió con enojo no haber nombrado a Vázquez Mota y sobre todo, haber sido un jefe desafiado.
El referido tuit remite también de manera inevitable a Margarita Zavala. Ella que rema con grandes esfuerzos para desmarcarse de su marido, para demostrar que vale por sí misma, que tiene una carrera política propia, que no es apéndice, ni delfín, ni empleada de nadie y este señor que, con la frivolidad de un solo dedo, destruye tanto de lo ganado.
¿Por qué Delifna sería delfín de López Obrador y Margarita no lo sería de Calderón? Si lo primero fuera cierto, lo segundo también podría serlo.
A nadie se le habría ocurrido esta injusta pregunta de no ser por la bravuconada. El golpe de la neurona atarantada del ex presidente fue contra su esposa Ella debió mandarlo el martes pasado a dormir junto al tinaco.
ZOOM: Calderón y AMLO tienen una larga trayectoria de machos emperrados con ladrarse a todo volumen, cada cuál desde una azotea distinta del barrio. A los vecinos ya nos jodieron antes con su pleito de machos. ¿No habría manera de que esta vez nos ahorraran el petulante juego de testosteronas?
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@ricardomraphael