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Caso hipotético: ¿le faltaría yo al respeto a la actriz Victoria Ruffo si en esta columna me atreviera a recomendarle que duerma con ropa porque, a mi parecer, son demasiados los tres chamacos que tuvo con el gobernador de Hidalgo, Omar Fayad? Continúo con el supuesto: ¿aceptaría su marido que luego justificara yo mi broma argumentando que necesitamos en México recuperar el sentido del humor?
El miércoles de la semana pasada Omar Fayad resbaló feo durante un acto público en el que estaba entregando estufas ecológicas a mujeres indígenas que viven en el municipio de Acaxochitlán.
Una de ellas agradeció al gobernador porque su hija padecía de las vías respiratorias. Y es que en México mueren al día 57 personas debido a padecimientos relacionados con el humo producido por fogones de leña, que siguen utilizándose en las casas rurales de las familias más pobres.
La inmensa mayoría de esas familias son indígenas que no desconocen el daño pulmonar derivado del humo y sin embargo asumen que es peor circunstancia padecer frío durante el invierno.
Así respondió Fayad a la madre
agradecida:
“La que menos (hijos) tiene, tiene tres (igual que el matrimonio Fayad-Rufo), por eso no se acaban las estufas (?), ya les dije que duerman con ropa, producen mucho chamaco”.
Ese mismo miércoles el gobernador se volvió tendencia en Twitter y horas después se mereció un extrañamiento de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
El gobernador entonces pidió una disculpa pública, pero 72 horas después insistió de nuevo con su insensibilidad. En una entrevista radiofónica retomó el punto:
“(Mi comentario) no fue en mal sentido … les dije que durmieran con ropa, uno, para el frío, y dos, para que ya no tengan tantos chamacos y (para) que se sumaran a la campaña de prevención del embarazo responsable, pero no lo dije en el sentido de faltarle el respeto a nadie, ni a nada, ni sobre todo a las mujeres y yo creo que si duermen con ropa, duermen calientitas y producen menos chamacos.”
Para rematar el gobernador razonó: “Estamos perdiendo el sentido del humor … pregúntenle a las mujeres de Acaxotitlán y … dirán que se fueron encantadas.”
Es obvio que el gobernador Fayad es incapaz de tomar conciencia sobre el tono discriminatorio de sus palabras —dirigidas contra nadie, nada, ni sobre todo contra las mujeres.
Vale entonces ayudarlo: si en vez de hipotética mi broma aludiendo a Victoria Ruffo fuera real, ¿el gobernador de Hidalgo se reiría a carcajadas?
Muy probablemente sucedería lo contrario porque en su mapa moral la madre de sus hijos y las indígenas, a quienes les recomendó dormir vestidas, pertenecen a dos galaxias distintas.
El problema señor gobernador es que usted no cree sinceramente en la igualdad entre las personas. Por eso supone que el problema es de falta de sentido del humor en vez de combatir su reiterada torpeza discriminatoria.
La cuestión es que usted acudió a Acaxotitlán con un discurso infantilizador y condescendiente que de ninguna manera se habría permitido para referirse a una persona de su familia o de su círculo social.
Esas estufas ecológicas son una gran iniciativa a favor de las comunidades indígenas, sobre todo en estas fechas del año, pero no se atreva a entregarlas con el mismo discurso que el encomendero de la Colonia habría utilizado a la hora de ofrecer cristianamente una dádiva graciosa.
ZOOM: Cabe que sea un problema de cultura política estatal. Fayad me recuerda a esa otra hidalguense, Nuvia Mayorga, la presidenta de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. La misma que hace dos años declaró: “Si no … supervisas y les das dinero … (los indígenas) compran 50 borregas … y se las comen en los 15 años de su hija … Les tenemos que enseñar que tienen que trabajar.”
www.ricardoraphael.com
@ricardomraphael