Luis Videgaray no renunció por haber promovido la visita de Donald Trump a México, sino porque su candidatura presidencial dejó de ser viable hace ya mucho tiempo.

Está equivocado quien quiera ver esta salida de la Secretaría de Hacienda como una aceptación del error. El presidente Enrique Peña Nieto y algunos de sus colaboradores cercanos aún defienden, sin cuestionar, lo que Hilary Clinton calificó como un muy desafortunado incidente internacional.

Contrario a lo que la inmensa mayoría piensa, todavía el martes en estas páginas José Antonio Meade afirmó que tal visita “sirvió al país y a los mexicanos”.

Ese es el mensaje oficial del grupo gobernante más leal al Presidente. Por tanto, los movimientos en el gabinete deben ser analizados desde otra narrativa.

La razón principal de los cambios es evitar que Miguel Ángel Osorio Chong continúe como caballo adelantado en la candidatura priísta hacia los comicios de 2018.

El rostro adusto del secretario de Gobernación, y sobre todo la frialdad de Peña Nieto para con él, fueron la nota relevante durante la conferencia de prensa.

Osorio abandonó solo Los Pinos, mientras el Presidente se tomaba una foto para el recuerdo, con Videgaray a su derecha y Meade a la izquierda.

La distancia entre Peña y su secretario de Gobernación no es todavía tanta como para removerlo de su cargo. Sabe que sería un error tirar la candidatura puntera de su partido, según todas las encuestas.

Pero Peña no deja ya duda sobre sus propias preferencias. Es público que Osorio se ha venido oponiendo a varias decisiones presidenciales y esto se lee en Los Pinos como deslealtad. Entre los asuntos que se conocen están la iniciativa del matrimonio igualitario —cuyo principal opositor dentro del gabinete despacha en el Palacio de Covián— y más recientemente la visita de Donald Trump, cuya oposición de Osorio resintió Peña Nieto sin ocultarlo.

Para confirmar el frío político que ahora ronda los cielos del hidalguense, el jefe del Ejecutivo sacó a su mejor amigo —Luis Enrique Miranda— de la Secretaría de Gobernación y lo nombró titular de Sedesol, no porque sea un experto en temas de pobreza o desigualdad, sino para asegurarse que, desde ahí, este operador político trabajará en la dirección correcta hacia el proceso sucesorio.

Dejar a Luis Enrique Miranda —el hombre más leal al Presidente— cerca de Osorio podía confundir al priísmo, que no entiende, del todo, lo que ocurre dentro de la política palaciega.

A pesar de tanto, Miguel Ángel Osorio Chong tiene todavía cartas de suerte sobre la mesa. Para que José Antonio Meade lo alcance en las preferencias electorales tendrían que cumplirse una serie de condiciones muy difíciles.

Primera y más importante, Trump debería perder la presidencia de Estados Unidos en noviembre próximo. No sería en ese momento tan importante el reclamo por el apoyo que recibió del Ejecutivo mexicano, sino la crisis económica que ese triunfo hubiera traído para el país.

La caída de las exportaciones y también de la inversión extranjera nos metería en una situación tal, que no habría secretario de Hacienda capaz de lucirse con esa circunstancia.

Segundo, Meade habría de entregar una tasa de crecimiento para la economía mexicana de al menos 3% en 2017. Algo muy difícil de lograr cuando, en el mismo ciclo económico, se le instruyó para contener el gasto gubernamental y disminuir la deuda.

Tengo para mí que Enrique Peña Nieto se jugó buena parte de su último capital político el día de ayer. Si todo le saliera bien, Meade crecerá y su legado quedará protegido. De lo contrario, ni con Osorio Chong como candidato del PRI podrá contarle una buena historia a sus nietos.

ZOOM: ¡Más vale que la oposición fiscalice hasta el último peso! Es una lástima que el presupuesto dedicado a combatir la pobreza y la desigualdad quede en manos de operadores con intereses electorales, en vez de entregárselo a quien sí sabe. Hubiera sido mejor opción el doctor José Narro en el puesto que le dieron a Miranda.

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@ricardomraphael

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