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Es una paradoja que la imagen por televisión del papa Francisco, hombre que combate los privilegios y el descarte, esté siendo monopolizada por Televisa.
Quienes miraron la llegada de este líder espiritual a través de la pantalla chica se habrán sorprendido cuando a mitad de su descenso sobre la escalinata del avión apareció la imagen de un niño con una lámpara que luego fue sustituida por un grupo de actores y cantantes populares —dirigidos por Diego Verdaguer—, todos amigos de la primera dama, Angélica Rivera, entonando una canción tan cursi como pegajosa.
El estilo Televisa sobre la cobertura de la visita papal no pudo esperar siquiera a que Francisco pisara tierra mexicana. Como los partidos del América, las Olimpiadas, el Mundial de Futbol, el Teletón o las mañanitas el 12 de diciembre, las estancias del Papa en México tienen dueño y esta vez no logró ser excepción.
Igual que los demás es negocio jugoso donde la venta de publicidad juega un rol principal que vale varios cientos de millones.
Según la leyenda que aparece durante las transmisiones, es “La Televisión Mexicana”, la que se encarga de cubrir esta noticia. ¿Pero quién es “La Televisión Mexicana”? Ahí no estuvo TV UNAM, Cadena Tres, Uno TV, los Canales 11 o 22 y tampoco la lista larga de emisoras estatales, públicas o privadas. Televisa ofreció el asiento de copiloto sólo a TV Azteca y lo demás fue deliberadamente excluido; o en palabras de Francisco: descartado.
La contradicción no pasa desapercibida: un Papa que rinde homenaje a la diversidad cultural mexicana a través de una apuesta televisiva intolerante con lo distinto.
Un líder que considera el privilegio como fuente de corrupción y violencia cuyo mensaje es transmitido por la empresa de comunicación favorita del régimen.
Un mensaje fuerte en contra de quienes creen que basta con modificar las leyes para cambiar las cosas y un gobierno que con sus actos entregó a “La Televisión Mexicana” el control sobre la imagen que el Estado distribuyó como si fuera propia.
Un mensaje que exige no ceder ante los
poderes temporales de los faraones cuyo vehículo de reproducción es dominado por esos mismos señores. Una prédica dedicada a respetar la dignidad del otro que se reproduce despreciando al otro.
Una advertencia dirigida hacia quienes entregan confianza a las carrozas de la fatuidad que terminó montada sobre el lomo de una de ellas.
En fin, argumentos rudos contra las tentaciones de la riqueza obtenida a costa del semejante, la vanidad que se edifica a partir del desprecio y el orgullo de quien se asume siempre superior, que usan como medio un ferrocarril derrotado por esas mismas tentaciones.
ZOOM: Dijo Francisco en su encuentro con la alta jerarquía católica que México debería aprender a pertenecerse a sí mismo antes que pertenecer a los otros. ¿Qué tal si para hacerle caso comenzamos por exigirle a la autoridad que aprenda a pertenecerse a sí misma frente a los privilegiados de siempre?
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@ricardomraphael