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La disputa es por Manzanillo, uno de los tres puertos más importantes del país. La cocaína que viene de Perú y Colombia o los precursores químicos de origen asiático que sirven para producir anfetaminas alcanzan en esa coordenada del Pacífico un valor anual de varios miles de millones de dólares.
Colima sería un estado pacífico si no fuera porque dentro de su territorio se localiza una de las fronteras más importantes del país. Las organizaciones criminales vienen peleando por ella desde hace ya más de quince años.
En 2005 murió el gobernador Gustavo Vázquez Montes. Apenas tenía un año de haber llegado al poder. Se desplomó un avión donde volaba, después de una reunión de trabajo en Michoacán, de regreso a la capital de su estado. La explicación oficial fue que la nave estaba vieja y averiada. Y sin embargo un rumor ganó la competencia de las explicaciones: la presencia de narcotraficantes en Colima podía estar detrás de aquella tragedia.
Cinco años después fue acribillado fuera de su casa el ex gobernador Silverio Cavazos Ceballos. No cumplía aún el año de haber dejado el poder. Faltó una investigación judicial que diera cuenta definitiva del móvil y sin embargo fue tomada por cierta la hipótesis de que la suya fue una muerte ordenada por La Familia Michoacana.
El atentado sufrido por Fernando Moreno Peña el lunes pasado, en el restorán Los Naranjos, vuelve a leerse con la misma clave. Dos individuos llegaron al lugar, el más frecuentado por la élite colimense, y uno de ellos disparó cuatro tiros que habrían quitado la vida a la víctima de no haber sido porque iba acompañada por un médico, el ex rector Carlos Salazar Silva, quien logró impedir que Moreno Peña se desangrara.
Quiere ahora la prensa local encontrar argumentos donde las autoridades hallan todavía muy poco. Se afirma que detrás hay una razón política, pero nadie se atreve a negar que, en Colima, el crimen organizado juega rudo con la piezas del poder.
Fernando Moreno Peña y el futuro gobernador de esta entidad, Ignacio Peralta Sánchez, sostienen una relación cercana. Entre muchos otros argumentos les une el pleito que cada quien sostiene contra Mario Anguiano, el hombre que dejará Palacio de Gobierno el próximo 1 de noviembre.
Moreno Peña ha sido una de las voces más críticas en contra de la administración saliente. Anguiano, por su parte, hizo todo lo posible para que Peralta perdiera la nominación del PRI y también la contienda constitucional por la gubernatura.
Menos de doce horas antes del atentado, Moreno Peña se reunió con Mario Anguiano en la oficina del segundo. No hay noticia sobre lo que ahí hablaron, pero las especulaciones florecen después de los hechos ocurridos en el restorán Los Naranjos.
El atentado en contra del ex gobernador puede ser leído como una amenaza en contra de Peralta Sánchez. Probablemente sea un mensaje y cabe suponer que está relacionado con el control del territorio. En concreto, con el poder sobre el puerto de Manzanillo.
El recado no debería ser leído únicamente por la autoridad local. Además de las alianzas que en Colima pueda tener el nuevo gobernador, vale recordar que a nivel nacional Peralta Sánchez tiene vínculos estrechos con el grupo político que gobierna al país desde la Presidencia.
Fue el subsecretario de Comunicaciones y Transportes que condujo la negociación para la nueva ley de telecomunicaciones porque es un hombre próximo a Luis Videgaray, secretario de Hacienda.
Así que tanto en esa oficina como en Los Pinos ya estarán leyendo cada signo de puntuación a propósito de este violento mensaje cifrado.
En el pasado fue un error no investigar a fondo las muertes de Gustavo Vázquez y Silverio Cavazos. Lo será de nuevo si la rumorología termina dando explicaciones sobre asuntos que la investigación judicial es incapaz de resolver.
ZOOM: Los puertos mexicanos —en concreto Veracruz, Lázaro Cárdenas y Manzanillo— son coordenadas muy vulnerables de la soberanía mexicana. El Estado no puede perderlos en su disputa con las mafias, so pena de extraviar al país entero.
www.ricardoraphael.com
@ricardomraphael