A diferencia de su jefe, se esmera poco en cultivar el lado emocional de la política. No es un hombre amable, ni se preocupa por ello. Con frecuencia lo acusan de arrogante.

En casa los talentos se repartieron sin equilibrio. Mientras a él le tocó jugar con la baraja de la neurona, a su hermano, el locutor Eduardo Videgaray, le entregaron las cartas del carisma.

Sin embargo, Enrique Peña Nieto lo admira por su principal talento y supondrá que lo demás puede resolverse. Si Ernesto Zedillo —el más cerebral de los ex presidentes mexicanos— logró llegar a Los Pinos, ¿por qué no Luis Videgaray?

Tiene también problemas con la suerte. No han sido años fáciles para la economía mexicana y sobre eso no lleva culpa. Con todo, la lista de tragedias es larga: el valor del peso y del petróleo se desploman, la inversión no fluye y el crecimiento del país de plano no remonta.

Napoleón gritaría a los cuatro vientos hasta encontrar un general con estrella, pero Enrique Peña ha hecho lo contrario: decidió fabricar condiciones para mejorar el destino de su elegido.

Por lo pronto hizo movimientos en el gabinete para que el favorito labre con ventaja su candidatura. Cada nombramiento tiene significados precisos y todos se relacionan con Videgaray y el 2018.

El amigo de la época universitaria, José Antonio Meade, dejó una tarea que estaba desempeñando con éxito para hacerse cargo de la Sedesol, la cartera más generosa del gobierno federal.

Claudia Ruiz Massieu, compañera de bancada en la LXI Legislatura y operadora principal de Videgaray desde entonces, dejó Turismo para ocupar
la vacante en Relaciones Exteriores.

Rafael Pacchiano Alemán, a quien el secretario de Hacienda conoció como diputado verde en la misma Legislatura y con quien ha jugado varias batallas, es ahora secretario de ecología.

Aurelio Nuño, a quien mandó traer desde Inglaterra —donde estaba cursando un lustroso doctorado—, fue nombrado secretario de Educación. Un político que ha crecido y sin embargo sabe dónde están las jerarquías y los afectos del Presidente.

La liga entre el ex gobernador de Querétaro José Calzada y Luis Videgaray no es tan evidente. Pero sí lo es la enorme distancia que hay entre el flamante secretario de Agricultura y Miguel Ángel Osorio Chong.

Aseguran en tierras queretanas que el triunfo del panista Francisco Domínguez se debió a que, desde el Palacio de Covián, en Bucareli, le echaron una mano grande a la candidatura azul.

Sobre la proximidad entre Enrique de la Madrid y el secretario de Hacienda vale hacerse una pregunta: ¿quién es el autor del prólogo a su libro México en la generación del desarrollo? Todos los caminos conducen al mismo lugar.

Por si las señales fuesen confusas vale añadir que Rosario Robles no es persona grata para el secretario de Hacienda, que Emilio Chuayffet rompió toda relación con él, desde que compartieran responsabilidades en el Estado de México, y que tampoco Jesús Murillo Karam pertenece al
círculo de sus personas favoritas.

Se equivoca quien crea que con esta nueva alineación Videgaray perdió posibilidades. Esa sentencia es cierta para Osorio Chong —quien obtuvo poco con los movimientos recientes— pero no para su rival.

Con los cambios ya hizo Peña Nieto lo que estaba en su mano para darle una oportunidad al delfín. Aun así, el Presidente no podrá obrar milagros mientras la suerte siga sin visitar a Videgaray y el aspirante no saque a pasear la sangre ligera que también hay en su familia.

ZOOM: Si la nueva alineación del gabinete no favorece al secretario de Hacienda, ésta terminará ayudando a José Antonio Meade o quizá al joven Aurelio Nuño. Después de los cambios recientes, ambos se han colocado como los siguientes en la línea de ascenso de la escalera que arrojaron desde Los Pinos.

@ricardomraphael

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