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El presidente Enrique Peña Nieto está contento. Dice que su gobierno logró reducir en un 60% la carencia de alimento de la población beneficiada por la Cruzada Nacional contra el Hambre. Felicitó por ello a Rosario Robles y su equipo.
De su lado, la secretaria de Desarrollo Social no permite regatear los avances porque un documento reciente del Coneval afirma que la Cruzada está logrando disminuir el hambre en el país.
Estas declaraciones públicas merecen revisión porque no es del todo cierto que el estudio del Coneval —Los Resultados Intermedios de la Cruzada Nacional contra el Hambre— diga lo que el gobierno dice.
Primero es necesario advertir que, entre 2012 y 2014, creció el número de mexicanos que padecen acceso a los alimentos. Mientras en 2012 había 27.4 millones de personas que en México sufrían hambre, la cifra en 2014 fue de 28 millones.
Sólo considerando el número de individuos con hambre, no es cierto que se redujeron las carencias alimentarias durante el periodo analizado.
La Cruzada no atiende a esos 28 millones de individuos que en México se encuentran en situación de pobreza alimentaria. Este programa está diseñado para beneficiar a los 7 millones que supuestamente se hallan en la peor situación y, de acuerdo con datos de la Sedesol, en realidad de ese universo sólo ha logrado incorporar a 4 millones 235 mil individuos.
En los hechos, más de 23 millones de personas sin acceso adecuado a alimentos están fuera del alcance del programa estrella para combatir la pobreza mexicana.
Durante una primera etapa la Cruzada operó en los 400 municipios más pobres y en una segunda sumó a poco más de 600 municipios. El estudio del Coneval encuentra que, en efecto, dentro del universo de los 4 millones 235 mil beneficiarios, 6 de cada 10 personas atendidas por la Cruzada mejoraron su alimentación. Por eso es que el presidente Peña Nieto felicitó a su colaboradora.
No obstante el mismo estudio advierte que 6 de cada 10 personas no atendidas por la Cruzada, que son similarmente pobres, también mejoraron su alimentación.
Es aquí donde vale la pena poner la lupa: de acuerdo con el documento de Coneval el acceso a los alimentos de la población beneficiada por la Cruzada mejoró exactamente en la misma proporción que el acceso a los alimentos de la población no beneficiada.
Si a unos y a otros les fue igual, no puede ser concluyente la hipótesis de que es gracias a la Cruzada que cambiaron las cosas. La variable de impacto pudo haber sido otra.
Esto es lo que Coneval quiere decir cuando crípticamente afirmó: “No se observa efecto en el indicador de carencia por acceso a la alimentación”. O dicho en otras palabras: no hay impacto probado y efectivo de la Cruzada sobre las personas que padecen acceso a los alimentos.
Lo anterior no implica que las consecuencias sean nulas. Lo que sí dice el Coneval es que los beneficiarios del programa cuentan hoy con un mejor acceso a los servicios de salud; también que las condiciones de pobreza extrema experimentadas por ellos se modificaron a su favor.
Esto podría significar que otros elementos distintos a la alimentación —la vivienda, la salud, las pensiones o la educación— mejoraron para el grupo de personas atendidas.
Con todo, la Cruzada Nacional es contra el hambre y no contra el resto de las carencias que provocan miseria.
Este programa no dará buenos resultados hasta que tenga un impacto eficaz en el acceso a una buena alimentación. Y contrario a lo que declararon el Presidente y su secretaria, el Coneval no echa las campanas al vuelo con su estudio. En materia de pobreza alimentaria más bien hace lo contrario: las campanas continúan sonando por los más pobres.
ZOOM: Al Coneval le quieren regatear autonomía y hoy esta institución hace lo que puede por salvar su dignidad. Entre otras cosas guardar humillado silencio cuando el discurso político interpreta de manera sesgada sus resultados.
@ricardomraphael