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Hace una semana José Antonio González Anaya, director general del IMSS, declaró como “absolutamente” falso que vayan a ser privatizados ese instituto o el ISSSTE.
Bien haría el funcionario si matiza sus palabras. Tal adverbio se utiliza para negar algo con rotundidad, es sinónimo de “de ningún modo”, y por tanto no puede —absolutamente— emplearse como lo hizo.
Dos días antes de esa declaración, el Consejo Técnico del IMSS autorizó la firma de un contrato para la construcción y operación de cuatro nuevos hospitales bajo un esquema de asociaciones público-privadas (APP), mecanismo que sin ambigüedades implica privatizar.
“Privatizar” significa transferir una empresa o actividad pública al sector privado, justamente lo que proponen los contratos de referencia: transferir una operación que hoy realiza ese instituto para que mañana la haga una empresa privada.
En principio las APPs no tienen nada de malo, pueden ser útiles para crecer la acción gubernamental gracias a que complementan sus recursos con dinero de los particulares, pero son al mismo tiempo un buen negocio para los empresarios que participan en ellas.
Son defendibles si y sólo si el lucro privado sirve para crecer el beneficio público; pero de ningún modo es posible afirmar que no privatizan una actividad que antes era del Estado.
Contra la palabra de González Anaya hay cada día más tramos en la responsabilidad del IMSS y del ISSSTE que están siendo privatizados.
La alarma suena porque existen antecedentes que llevarían a sospechar un mal negocio público. Las APPs en el sector salud han sido utilizadas antes para que privados construyan inmuebles donde se alojan hospitales que luego son arrendados, de manera forzosa, por muchos años, con incrementos anuales de renta superiores a la inflación.
Un hecho que esta vez preocupa de los contratos es que, además, en ellos aparece el término “operación.” De acuerdo con el Consejo Técnico del IMSS (oficio No. 09 9001 600 000 de la dirección de finanzas, fechado el 21 de julio del presente), las empresas involucradas también participarán en la gestión de los hospitales.
¿Cuál es el alcance de esta novedosa responsabilidad?
En el pasado el ISSSTE se asoció en una APP con la constructora Tradeco para invertir en el hospital Carlos Guevara de la ciudad de México. ¿Qué sabía Tradeco de hospitales? Nada; ese particular se dedicaba a construir y equipar carreteras y tenía jugosos negocios con Pemex.
No es todavía público el nombre y la vocación de las empresas que se involucrarán con el instituto en la gestión de los nuevos hospitales. Con todo, bien haría el IMSS en transparentar las deliberaciones y los procedimientos en vez de esconder el expediente.
En sentido inverso a lo que exige el oficio antes referido y firmado por Carlos Alberto Treviño Medina —director de finanzas del IMSS— no debe resguardarse una información que importa tanto y a tantos.
ZOOM: Honor a quien honor merece. El hospital general de Iztapalapa, del gobierno de la ciudad de México, está siendo por fin remodelado. Las camas ya cuentan con barandales para que los bebés no se caigan, el techo y las paredes son nuevos y se instalaron divisiones para darle mayor privacidad a las madres recién paridas. ¡Reconocimiento para el doctor Armando Ahued!
@ricardomraphael