Intramuros del Partido Acción Nacional es un secreto a voces. Todos lo saben, pero todos prefieren hablar del tema por lo bajo.

Muchos entienden que es parte de “la gran traición” —o del parricidio político— de Ricardo Anaya contra su padre político, Gustavo Madero.

Y es que el joven maravilla —como gusta Ricardo Anaya que lo llamen—, se ha propuesto aplastar a todos “los hijos políticos” de Madero para, con ello, cimentar en el partido azul “la camada” del nuevo jefe de Acción Nacional.

Se trata, en pocas palabras, de una maniobra natural en la política de todo el mundo: la traición y asesinato del padre político para que, con ello, “el nuevo jefe de la manada” pueda crear su propia estirpe.

Pero otros dicen que, en realidad, es parte del suicidio político que —también natural en política— hace posible la regeneración de las especies políticas. Dicho de otro modo: que cuando un político elige sucesor, en realidad elige a su propio verdugo.

Y el sucesor de Gustavo Madero —el señor Ricardo Anaya—, es hoy el verdugo de Madero y de su claque. Por eso la pregunta: ¿Y quién es hoy uno de los pocos sobrevivientes del clan de Madero?

En efecto, se llama Jorge Luis Preciado, es senador y candidato al gobierno de Colima. Pero lo que no sabe Preciado —o no quiere ver—, es que todo el PAN de Ricardo Anaya hace y hará todo para quitarle la victoria en la elección extraordinaria de Colima. Claro, si no es que el CEN del PAN ya vendió a Preciado.

¿Y por qué el PAN de Anaya estaría dispuesto a perder una entidad como Colima? Elemental, porque sería una “cabeza de playa” que mantendría con vida a Gustavo Madero, hoy el más feroz enemigo de Anaya.

En el fondo, la disputa electoral de Colima no es entre el PAN y el debilitado candidato del PRI —Ignacio Peralta—, sino entre Gustavo Madero y Ricardo Anaya. Y en la pelea por “la manada azul”, el senador Preciado puede terminar muerto.

No debemos olvidar que en la sociedad de los leones, el rey joven mata a todos los hijos del rey viejo, para con ello establecer su dinastía.

Pero el de Colima no es el único caso de traiciones político-electorales.

Crecen el rumor y los indicios de que la elección de Zacatecas podría ser moneda de cambio para pagar los favores de Morena al gobierno de Peña Nieto. ¿Cuáles favores?

¿Cuántas veces vieron a Morena y a su dueño, AMLO, protestar por las reformas estructurales? ¿Cuántos plantones, bloqueos, marchas, tomas de pozos y protestas extremas realizó AMLO? Ninguna.

¿Por qué? Porque de por medio estaba el registro de Morena. Hoy Morena es partido y su dueño parece dispuesto a cobrar las facturas. Y una de esas facturas se llama Zacatecas, gobierno que se renovará en junio de 2016 y en donde el PRI enfrentará no sólo a un candidato, sino a toda una dinastía política: los Monreal.

En efecto, David Monreal, hermano de Ricardo, será candidato de Morena y de otros partidos al gobierno de Zacatecas. Todos recuerdan que Ricardo Monreal fue gobernador de esa entidad. Todos saben que Ricardo es jefe delegacional de Cuauhtémoc en el DF, demarcación de la que podrían salir carretadas de recursos para Zacatecas. Y pocos saben que el gobernador saliente de Zacatecas y los hombres de poder en esa entidad, pertenecen o pertenecieron a la claque de los Monreal.

Y si grazna como pato, si tiene pico de pato, plumas de pato y patas de pato, tenemos derecho a suponer que se trata de un pato.

Y el pato, en Zacatecas, se llama Morena.

Al tiempo.

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