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Dice el sabio refranero popular que los hechos “dicen más que mil palabras”.
Y los hechos muestran que en Puebla, el PRI de Manlio Fabio Beltrones y el jefe real tricolor —que despacha en Los Pinos— ya negociaron la elección de Puebla. ¿Y cuáles son los hechos?
Resulta que de manera impensable en tiempos electorales, los partidos Panal y del Trabajo —satélites probados del PRI— decidieron aliarse al PAN de Rafael Moreno Valle en Puebla y, con ello, operar electoralmente contra el PRI, partido al que deben mucho más que lealtad; le deben la vida.
Sin embargo, a “los hechos” anteriores también se suman “los dichos”. Es decir, que según fuentes de toda confianza, el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, habría “vendido su alma al diablo” para lograr su máxima aspiración política. ¿Y qué quiere decir lo anterior?
Casi nada, que Moreno Valle habría pactado con el PRI de Beltrones y con el propio Enrique Peña Nieto que no lo frenaran; que no le pusieran obstáculos y le permitieran competir en la contienda presidencial de 2018. ¿Y qué significa ese pacto?
Esa es la primera parte del meollo del asunto. Como ya dijimos, resulta que Moreno Valle consiguió que el PRI le regalara las franquicias estatales de los partidos Nueva Alianza y del Trabajo. Dicho de otro modo, que el gobernador de Puebla consiguió antes del proceso electoral los votos necesarios y suficientes para que su candidato y su partido, el PAN, consigan la victoria en la elección del 5 de junio próximo, para renovar el gobierno estatal.
Y como queda claro, la consecuencia natural de ese pacto sería, en esa lógica, la derrota del PRI y el sacrificio de su candidata, Blanca Alcalá. Y si se alinean “los hechos” y “los dichos” queda claro que ni Nueva Alianza ni el PT se mandan solos. Es decir, obedecen a un interés superior, a su verdadero “patrón”, que es el PRI. Y en Puebla servirán al PRI a través de facilitar la victoria de Moreno Valle y del PAN.
De esa manera, el triunfo del PAN en Puebla se traduce en la victoria de Moreno Valle, en el fortalecimiento de su candidatura presidencial y en una importante ganancia para el PAN. Y es que si bien el Panal no da votos, sí regala la mejor estructura para llevar votos a las urnas, en tanto que el PT “jala la marca” de las izquierdas y tronará al PRD. Una jugada perfecta.
¿Pero qué está dispuesto a dar a cambio Moreno Valle, como para que el poder federal facilite su candidatura presidencial?
Esa es la segunda parte del truco. Moreno Valle prometió que si en la presidencial no encabeza las encuestas, se bajará para favorecer al candidato del PRI. ¿Es creíble esa promesa? En realidad no hace falta creerla. El poder federal tiene todas las armas para destruirlo si no cumple.
Pero lo verdaderamente importante para el PRI y para el gobierno es que, con Moreno Valle como candidato presidencial del PAN, cierran la puerta a Margarita Zavala —la incontenible precandidata del PAN—, por un lado, y tiene una herramienta para reventar a AMLO, por el otro.
Pero hay más. También Moreno Valle garantizó la derrota del PAN en Aguascalientes y Quintana Roo, en donde “pastorea” a los candidatos azules. En Aguascalientes bajó de la contienda a Antonio Toño Martín del Campo, el mejor posicionado, e impuso al corrupto Martín Orozco. Y para asegurar la victoria del PRI, también retiró a la candidata más aventajada a la alcaldía de la capital, Teresa Jiménez, e impulsó a un bulto, Alma Hilda Medina.
Y en Quintana Roo el candidato del PAN-PRD, Carlos Joaquín González, tronará en cualquier momento.
Al tiempo.
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