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Nadie duda que el Partido Verde es una de las peores lacras en la geometría de partidos. Todos saben que es una de las más ofensivas empresas familiares que viven del saqueo de dinero público.
Casi todos comparten el reclamo de que la desaparición del PVEM sería saludable para una sociedad que —de manera creciente—, pierde confianza en los partidos y los políticos.
Y son muchas las evidencias de que todos en el PVEM —empezando por el llamado “Niño Verde” y su claque incluida—, debieran ser investigados no sólo por las presuntas irregularidades en la más reciente elección federal —que hasta pudiera ser pecata minuta—, sino por un grosero enriquecimiento perfectamente explicable en por lo menos los últimos 20 años.
Más aún, hasta es probable que no exista un solo mexicano que no crea que el Partido Verde es una vergüenza para el sistema de partidos en México y es posible que esa mayoría aplaudiría a rabiar la muerte política del PVEM.
Lo curioso es que tanto ciudadanos en general, como simpatizantes, militantes y políticos del resto de los partidos con registro se escandalizan de las trapacerías del PVEM pero —al mismo tiempo—, con una gran dosis de cinismo justifican, simulan y tapan en sus propios partidos las mismas raterías, opacidad, transa y engaño —o peores—, que las cometidas por el PVEM. Es decir, “ven la paja en el ojo ajeno y se niegan a ver la viga en el ojo propio”.
En realidad el PVEM no es ni más ni menos corrupto que el resto de partidos y dirigentes. Y es que el problema no es de colores, siglas, ideología o simpatía. El problema es la cultura de la transa y saqueo del dinero público, que se ha instalado hasta la médula de todos los partidos; se digan de izquierda, derecha o centro.
¿Cuál es la diferencia, por ejemplo, entre el PVEM y la Morena de AMLO? ¿No es cierto que son igual de antidemocráticos, de opacos, de mercenarios del dinero público? ¿Cuál es la diferencia entre el “Niño Verde” y AMLO? ¿No son igual de mentirosos, tramposos, pillos y opacos? ¿De qué ha vivido AMLO en los últimos años? ¡De lo mismo que el “Niño Verde”: de saquear del dinero público, del negocio del poder y de sus respectivas empresas familiares llamadas partidos!
¿Cuál es la diferencia entre el PVEM, PT, Movimiento Ciudadano, Panal y el resto de la chiquillería? Todos son empresas familiares y sus dueños pequeños dictadores de horca y cuchillo. La única diferencia de todos los anteriores partidos con los tres grandes —PRI, PAN y PRD—, es que en éstos últimos se producen pinceladas democráticas que provocan el recambio de dirigentes y grupo en el poder partidista.
Pero la transa, el engaño, la ratería, los moches y las peores prácticas que hoy todos critican del PVEM, existen en todos los partidos y en casi todos los dirigentes. Más aún, ¿ya olvidaron que el PVEM lo crearon próceres de Morena como Manuel Camacho, Marcelo Ebrard y Manuel Bartlett?
¿Y entonces por qué la fobia delirante por el PVEM?
De párvulos. Porque el PVEM es el más efectivo y leal aliado del PRI; aliado que en 2016, 2017 y 2018 podría ser determinante para barrer a todos o casi todos los opositores al viejo PRI.
Y frente a la fobia y la persecución contra el Verde, el más reciente sainete de la FEPADE contra Arturo Escobar no es más que una efectiva vacuna electoral del gobierno de Peña Nieto contra opositores como AMLO.
Es decir, cuando se regule el abuso de spots —en la nueva reforma electoral—, nadie acusará de persecución al gobierno federal, si ya sacrificó a uno de los suyos. Al tiempo.
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twitter: @ricardoalemanmx