Todos saben que hoy se lleva a cabo la reunión de padres de Los 43 y Enrique Peña Nieto. Lo que nadie sabe es la utilidad de esa reunión.

¿Para qué un encuentro entre el presidente y familiares de Los 43? ¿Qué beneficio tendrá esa reunión en el esclarecimiento de los hechos? ¿No es sólo un encuentro mediático? ¿No será un ejercicio para medir fuerzas entre Peña y los verdaderos “titiriteros” de Los 43?

Las partes podrán decir misa, pero todo apunta a un espectáculo mediático sin utilidad práctica. ¿Por qué?

Porque si bien Enrique Peña es jefe del Ejecutivo, jefe del Estado y del gobierno, además de presidente de los mexicanos, también es cierto que no es Ministerio Público, tampoco procurador de Justicia y menos juez o ministro de la Corte. Peña Nieto tampoco es perito, forense especializado en incendios y/o desaparecidos, en secuestros y tampoco es mago.

Por tanto, Peña Nieto no puede hacer otra cosa que escuchar a los padres de los normalistas, exigir a las dependencias del Ejecutivo a su cargo que aceleren las indagatorias y preparar el tercer peritaje. Y nada más.

Y frente a esa realidad, la pregunta obligada. ¿Entonces por qué familiares de Los 43 quieren una entrevista con Peña Nieto; para qué? Lo cierto es que asistimos a un espectáculo político y a un circo mediático en donde los “titiriteros” de Los 43 —entre los que se encuentra Emilio Álvarez Icaza—, quieren enviar el mensaje político de que tienen al gobierno de Peña contra las cuerdas.

¿Para qué y para quién el mensaje? Está claro. A los “titiriteros” de Los 43 no les importa lo que diga el presidente o lo que resulte del encuentro. Lo que buscan es hacer crecer la percepción social de que el de Peña Nieto es un gobierno débil, vencido y culpable de un crimen que —en rigor—, implica de manera directa al PRD, a Morena y a AMLO.

¿Y a quién conviene que el de Peña sea visto como un gobierno débil y derrotado? Le conviene a aspirantes presidenciales como AMLO, entre otros.

En el fondo, la reunión entre el presidente y familiares de Los 43 será un diálogo de sordos. ¿Por qué? Porque detrás de Los 43 está el grupo radical que calificó a Peña Nieto de “espurio”, ignorante e inepto. Y porque el grupo que tripula a Los 43 maneja posturas irreductibles. Es decir, nunca aceptarán la verdad de lo ocurrido, porque el negocio no es defender la verdad histórica sino medrar con la muerte.

Sin embargo, el escándalo pudiera dar un vuelco si el gobierno federal destapa la cloaca detrás de Los Emilios; los amigos Emilio Álvarez Icaza y Emilio Rabasa.

Resulta que desde su posición diplomática, Rabasa es padre de “la brillante idea” de crear un grupo de la CIDH para el caso Iguala. El favor lo recibió con beneplácito su amigo Álvarez Icaza, quien vio la oportunidad de cobrar viejos agravios.

Pero también resulta que al “meter su cuchara” en el caso de Los 43, Álvarez Icaza no sólo violenta el artículo 101.7 del Reglamento del Personal de la OEA —al incurrir en un claro conflicto de interés—, sino que el cochinero alcanza al grupo de dizque expertos de la CIDH.

Y es que entre los “titiriteros” que tripulan a Los 43 y a la CIDH, están Cencos, Alianza Cívica, MPJD, la Open Society, Abogados Democráticos, Centro Prodh y otras organizaciones estrechamente vinculadas con Álvarez Icaza y con algunos de los dizque expertos que hoy estarán con Peña Nieto y con familiares de los normalistas muertos.

¿Hasta cuándo el gobierno federal destapará esa cloaca? ¿Quién gana hoy? Al tiempo.

www.ricardoaleman.com.mx

Twitter: @ricardoalemanmx

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