Nadie sabe, a ciencia cierta, cuántos hijos tiene Joaquín El Chapo Guzmán. Y el tema se convirtió en noticia porque luego de la fuga del narcotraficante la autoridad federal estableció una línea de investigación en torno a la docena de hijos que hasta hoy —se sabe— ha reconocido el criminal.

Y es que para nadie es novedad que “el talón de Aquiles” de El Chapo son sus hijos y sus mujeres. Más aún, cuando el líder del Cártel del Pacífico fue capturado se debió a un relajamiento de su seguridad cuando estaba de visita con la madre de sus pequeñas gemelas.

Lo que sí se sabe —por ejemplo— es que el menor de los vástagos de El Chapo es hijo de Lucero Guadalupe Sánchez López, actual diputada en el Congreso de Sinaloa por el distrito 16 de Cosalá. De igual manera se sabe que por la influencia de El Chapo en el municipio de Cosalá —sierra de Sinaloa y territorio del Guzmán Loera—, la señora Sánchez López fue convertida en diputada al Congreso estatal.

Es decir, que el jefe criminal habría corrompido a la estructura estatal del PAN para convertir en legisladora a la madre del que parece ser el menor de los hijos de El Chapo.

También se sabe que la aún diputada local por el PAN visitó a El Chapo en El Altiplano —en mayo de 2015—, en donde habrían convenido la nacionalidad que tendría su pequeño hijo, quien finalmente vio la luz en semanas recientes, en Estados Unidos.

Pero se equivocan, de cabo a rabo, quienes suponen que la señora Lucero acudió al Altiplano —en mayo pasado—, para revelar y/o recibir información sobre la fuga de El Chapo. No, el encuentro fue para detallar una de las prioridades del jefe criminal; el futuro económico y de seguridad para sus hijos y las madres de éstos.

Lo que también se ha logrado saber durante la indagatoria en torno a los colaboradores, abogados, esposas e hijos de El Chapo —y esa es la punta de la madeja de la exitosa fuga de El Chapo—, es que a pesar de la vigilancia extrema a que era sometido en El Altiplano, el jefe del Cártel del Pacífico pudo negociar, detallar y hasta supervisar los avances de su fuga, en las largas horas que pasaba con sus abogados, en las instalaciones de los juzgados, a donde era trasladado para las diligencias.

Si El Chapo ha sido capaz de corromper todo lo que se mueve en su entorno —debido a la eficacia del viejo adagio de la plata o el plomo—, el sentido común indica que también pudo corromper al o a los jueces que llevan su causa.

Y si quieren una prueba del escandaloso nivel de corrupción que existe en el Sistema Judicial mexicano basta con echar una mirada a los autos dictados por Julio César Gutiérrez Guadarrama, Juez Quinto de Distrito en Procesos Penales Federales del Estado de México quien, en febrero de 2014 dictó el segundo auto de formal prisión a Joaquín El Chapo Guzmán por delincuencia organizada.

Sin embargo, el mismo juez lo absolvió del delito de narcotráfico, ya que “no había pruebas” que lo vincularan con un cargamento de 500 kilos de cocaína asegurado en 2009. Es decir, el mundo entero sabe que El Chapo es el más poderoso distribuidor de drogas del mundo, y un juez mexicano no encuentra las pruebas.

Por eso, ese mismo juez le dictó auto de libertad por los delitos contra la salud en la modalidad de posesión de semillas de mariguana y amapola, con fines de siembra, cultivo y cosecha. ¿Qué tal? Al tiempo.

EN EL CAMINO. Político que no controla las filtraciones de sus cercanos no es un político. A Miguel Mancera le reventaron el anuncio de su gabinete.

Twitter: @ricardoalemanmx

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