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Javier Duarte de Ochoa ha cumplido 76 días encerrado en una prisión de Guatemala. Sus abogados confirman que no la ha pasado nada bien. Lidia con otros reos y apenas soporta las condiciones carcelarias ayunas de los privilegios que podría pagar en cualquier prisión mexicana. Además, acata a regañadientes las labores que se le imponen, entre otras la de lavar retretes, lo que lo humilla profundamente.
¿Por qué, entonces, se dejó ver tan risueño, soberbio y hasta rozagante en la audiencia del martes pasado, en la que aceptó ser extraditado? ¿Acaso ya logró un acuerdo que le permite tener la certeza de que no pisará la cárcel en México? ¿Por qué asegura con tanto aplomo como cinismo que las acusaciones en su contra son “infundadas, ligeras, vagas e imprecisas”?
Lo que hasta ahora parece claro es que si Duarte de Ochoa llega a pisar la cárcel cuando esté de regreso a México, no será por obra del actual gobernador veracruzano, Miguel Ángel Yunes Linares, como desde ya él mismo lo cacarea, porque en esa promesa fue que centró la campaña política que lo llevó al Palacio de Gobierno de Xalapa.
Si para Duarte, según dijo ante la justicia guatemalteca, las acusaciones de delincuencia organizada, desvío de recursos y tráfico de influencias que le finca el gobierno federal son “infundadas” y “ligeras”, las de la fiscalía de Veracruz por abuso de autoridad y peculado, son “irrisorias”, es decir, insignificantes, de risa loca.
Y es que las acusaciones de Yunes Linares se centran en el uso del helicóptero oficial en el que salió del estado, siendo gobernador con licencia, lo que en todo caso es responsabilidad del mandatario interino Flavino Ríos, que fue quien lo autorizó; y en la transferencia de dinero de una cuenta a otra, pero del propio gobierno del estado.
Ojalá las acusaciones del gobierno federal sean más sólidas para que el pillo Duarte pague sus latrocinios. Ya se verá en el desahogo de pruebas del próximo miércoles cuatro de julio. Pero la aparente debilidad de las de Yunes, no hacen más que desenmascarar su farsa.
Y esa farsa queda de manifiesto con la violencia que ha desbordado al estado, no obstante la promesa del hoy gobernador, de que la seguridad regresaría al estado, como por arte de magia, con su llegada al poder. Se comprometió a reducir en 50% los delitos del fuero común en sus primeros seis meses de gobierno.
Ya van siete y la violencia e inseguridad no ceden. Sus expresiones más recientes: el brutal asesinato de cuatro niños en Coatzacoalcos y el de dos altos mandos de la Policía Federal en Cardel. Dicen que Los Zetas ya no están en Veracruz pero que se le abrieron las puertas al Cártel de Jalisco Nueva Generación.
En esos siete meses, que representan la cuarta parte de lo que será su corto mandato de dos años, las extorsiones casi se han cuadruplicado, los homicidios dolosos se han duplicado y los secuestros han crecido 67%, de acuerdo con cifras referidas en estas páginas por el ex procurador general de la República y ex embajador de México en Francia, Ignacio Morales Lechuga, un connotado veracruzano al que Yunes mandó emboscar el 21 de septiembre de 1995, cuando el también notario buscaba la gubernatura de Veracruz como candidato del PT y el hoy gobernador era secretario general de gobierno y verdadero poder tras el trono del entonces mandatario estatal, Patricio Chirinos.
Contra Yunes pesan quizás tantas acusaciones de corrupción como las que carga Duarte. Se le ha relacionado con la primera fuga de El Chapo Guzmán ocurrida el 19 de febrero de 2001. Fox acababa de llegar a la Presidencia y el director de Prevención y Readaptación Social de la Segob era Enrique Pérez Rodríguez, a quien Yunes dejó en ese cargo que él ocupó en el anterior gobierno. Pérez Rodríguez es hoy el secretario de Educación del gobierno veracruzano.
Al hoy gobernador se le indició por el delito de peculado cuando fue director del ISSSTE, se le ha señalado como partícipe en actos de pedofilia y se ha cargado a su cuenta la represión de movimientos sociales y campesinos.
Por eso le digo que la de Yunes es más bien una farsa. Los veracruzanos dicen que su único interés es heredar a uno de sus hijos, como de rey a príncipe, el gobierno del estado.
INSTANTÁNEAS: 1. RESCATE. La cúpula del Partido Verde ha salido al rescate del presidente municipal de Benito Juárez, Quintana Roo, Ramberto Estrada, quien no logra contener la ola de violencia que asuela Cancún y de ribete está confrontado con el gobernador Carlos Joaquín. Es inminente el arribo a esa localidad del diputado Jesús Sesma, vocero del Partido. No sólo se ocupará del control de daños, sino de la eventual reelección del munícipe (o por lo menos de garantizarle la candidatura a una diputación federal), y la construcción de la candidatura a gobernador, en 2021, del otrora niño verde, Jorge Emilio González.
2. SOBRE el Frente Amplio Opositor propuesto por el PRD, debatirá este fin de semana una de las “tribus” más influyentes de ese partido, Nueva Izquierda. La reunión iniciará mañana en Oaxtepec y estarán presente sus dirigentes históricos. Los Chuchos Ortega y Zambrano.
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