¡Qué vergüenza! El ladrón del jersey del laureado Tom Brady era director de un periódico mexicano cuando cometió el robo al terminó del Súper Tazón 2017. Mauricio Ortega Camberos aprovechó su cargo al frente de La Prensa, para acreditarse como periodista y robar la preciada prenda para venderla a coleccionistas. Y, ¡oh sorpresa!, el mundo entero supo que no era la primera vez: ya había robado otra camiseta y un casco en anteriores súper tazones. ¡Qué pena para el país, qué pena para el gremio!

Este caso ejemplifica que en el fondo de las muchas razones que impulsan a un ratero, están, marcadamente en nuestro país, la corrupción y la impunidad. El hurto y otros latrocinios se cometen con la certeza de que no serán castigados. Y esto en todos los niveles.

Lo del jersey de Brady nos sacudió y movió a exigir un castigo. ¿Por qué no nos sacude y mueve con la misma intensidad el inocultable tráfico de influencias con la Casa Blanca de Peña Nieto o la de Malinalco de Luis Videgaray; o el documentado saqueo de los ex gobernadores Javier Duarte, Guillermo Padrés y Roberto Borge; o los crímenes de Ayotzinapa y Nochixtlán?

¿Cómo es posible que no nos sorprendan y avergüencen también las evidencias de corrupción que día a día dejan ver los líderes de tres de los principales partidos políticos del país?

Alejandra Barrales, del PRD, engañó, al no presentar en su declaración 3de3 la propiedad de un lujoso condominio en Miami. Ya costaba trabajo entender cómo se hizo, si no fue mediante inconfesables maniobras, del vasto patrimonio que declaró haber obtenido con su trabajo de azafata, líder sindical, funcionaria pública y legisladora (Los partidos y la 3de3: http://eluni.mx/2alRUiH). ¿Cómo creer ahora, sin suspicacia, que un crédito obtenido en Estados Unidos, a muy largo plazo y cómodas mensualidades, le permitió adquirir su deslumbrante piso en Florida? Ella responde que procederá contra quien filtró la información, como si ese fuera el punto. Lo cierto es que mintió respecto a su patrimonio y, al hacerlo, acabó con la escasa credibilidad que le quedaba al PRD, le dio el tiro de gracia.

Cuando Enrique Ochoa Reza fue designado presidente del PRI, aquí le adelanté sobre su enorme flotilla de taxis (El PRI en ruta de escisión: http://eluni.mx/29snwAC). Días después la declaró en su 3de3 (Los partidos y la 3de3: http://eluni.mx/2alRUiH). Pero ahora resulta que tiene 18 concesiones de rutas para taxis urbanos en Nuevo León, que no declaró. Explicó que las adquirió de particulares, no del gobierno del estado, y exigió que se respete su libertad empresarial. Pero ese no es el punto. Igual que en el caso de Barrales, el punto es que mintió al declarar su patrimonio, lo que parece no caberle en la cabeza. Y es que esta generación de políticos es amoral. Acaso eso explique las selfies que Ochoa Reza se tomaba ante el ataúd de Gustavo Carvajal Moreno cuando asistió al sepelio del ex líder del tricolor, el pasado 27 de febrero.

Ricardo Anaya, el líder del PAN, declaró en su 3de3 ingresos que no alcanzarían para sufragar los gastos que implica tener a la familia viviendo en un exclusivo fraccionamiento de Atlanta (El líder del PAN: entre la mentira y la ambición: http://eluni.mx/2fjuz0Q). Contestó que había declarado propiedades que le generaban rentas suficientes. Se le pidió, a través de los mecanismos de transparencia, que las precisara. El Inai le ordenó al PAN que respondiera y lo hizo, pero sin especificar la información solicitada. Quizás todo quede en el pago de una multa. El caso es que Anaya también ha engañado respecto a su patrimonio.

¿Qué autoridad moral pueden tener estos personajes para liderar partidos políticos? En el fondo son como el periodista roba camisetas. ¡Qué vergüenza!

INSTANTÁNEAS. 1. CAMBIO. El próximo 3 de abril, cuando arranquen formalmente las campañas políticas por el Estado de México, la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, saldrá con el eslogan “Más que un cambio”. ¿Le entusiasma, le dice algo? Cambiar significa dejar una cosa o situación para tomar otra. ¿Qué más puede haber, entonces, después de un cambio? Pues solo otro cambio, acaso para regresar a donde se estaba antes de cambiar. La propaganda de Vázquez Mota no ha sido muy afortunada. ¿Se acuerda del eslogan que utilizó en la campaña presidencial de 2012? Fue: “Josefina diferente”. Y la única deferencia que hizo fue que el partido que entonces estaba en el poder cayera al tercer lugar. Hoy se entiende que recurra a la palabra cambio porque eso es lo que está exigiendo el votante mexiquense. Incluso el candidato priísta Alfredo del Mazo ofrece, recurrentemente, lo que llama un “cambio responsable”. Pero la candidata panista, al frasear así, “más que un cambio”, parece no convocar a nada. En fin, sus carteles ya se imprimen a todo vapor.

2. EQUIPO. La candidata de Morena, Delfina Gómez, presentó ayer a su equipo de campaña. Llama la atención que haya fichado como estratega de comunicación al periodista Abelardo Martín, quien durante muchos años trabajó muy de cerca con Vázquez Mota. En ese equipo fungirá como vocero el senador Mario Delgado, muy cercano al ex jefe de Gobierno de la CDMX, Marcelo Ebrard. Al frente de la estrategia electoral quedará Horacio Duarte, presidente estatal de Morena y representante ante el INE.

3. NÚMEROS. De acuerdo con una encuesta de la Presidencia de la República, la batalla electoral por el Edomex inicia así: Alfredo del Mazo, del PRI, 25.32%; Josefina Vázquez Mota, del PAN, 22.80%; y Delfina Gómez, de Morena, 20.55%. El margen de error de la muestra es de más-menos 4%. O sea que arrancan empatados.

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