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Luego del operativo en el que fue abatido Felipe de Jesús Pérez El Ojos, Tláhuac se puso en el centro de la atención. Cuando los marinos llegaron por él, habitantes y mototaxistas trataron de defenderlo. Hubo balazos, bloqueos y coches incendiados. Nunca en la Ciudad de México habíamos visto una resistencia así. Al delegado Rigoberto Salgado no le informaron de esa acción. A su policía no le permitieron acercarse. Hablé con él al respecto. Se defendió argumentando que el narcotráfico no está en el ámbito de su competencia y aprovechó para presumir sus buenas cifras de seguridad, aunque para hacerlo le diera un raspón a otra delegación también gobernada por Morena. “En Tláhuac se cometen 14 delitos, mientras que en otras delegaciones como Cuauhtémoc, se cometen más de 100. La seguridad en esta delegación es buena, tenemos el cuarto lugar aunque la percepción sea negativa por el fenómeno nacional, el tema del narcotráfico”.
Con respecto a los mototaxis, que él toleró y vio crecer, dijo que “la complejidad se debe a la nueva ley de 2014, que les quitó facultades a los gobiernos delegacionales. Esa ley sólo comprende ciclotaxis. Lo que existe ahora no está regulado. Como el reglamento no lo define, trabajan en un marco un poco anárquico”. Incluso justificó su operación irregular. Dijo que se trata de “un derecho adquirido con el tiempo y que alrededor de esta actividad hay gente buena y honesta que trabaja para ganarse la vida”.
La presencia de familiares de El Ojos en cargos de la demarcación, los ingresos del delegado y la casota que se construyó ya son investigados. Las procuradurías federal y local están en ello. La Asamblea Legislativa de la Ciudad de México inició un procedimiento para destituirlo y crecen las sospechas de sus nexos con la organización criminal que operaba en Tláhuac. Él dice que todo es parte de una campaña mediática. Un intento de linchamiento.
Con un optimismo que envidio, definió la comparecencia ante diputados locales como una oportunidad para aclarar competencias. Con una paz que yo jamás he alcanzado, habló de su calma en medio de toda esta tempestad. “Estoy tranquilo. Estoy trabajando. Si la PGR tiene alguna investigación en mi contra, con mucho gusto la atiendo”. Como si fuera opcional.
Mientras tanto, sus compañeros de partido parecen contagiados de esa tranquilidad. Dicen que ellos no son jueces, ni les toca investigar.
Su líder no se ha pronunciado. Al final, es él quien condena o exonera. Los demás, con sus ojos morenos, sólo observan.
HUERFANITO. Muchos pobladores de Tláhuac no sólo trataron de proteger a Felipe de Jesús Pérez El Ojos durante el operativo de la Marina, también fueron a despedirlo a su velorio y entierro, a pesar del riesgo que eso representaba. Llama la atención ese cobijo social que alcanzó el líder de un grupo delictivo. En la zona lo llamaban El Patrón. Justamente como El Patrón se referían a él entre policías en mensajes y comunicaciones que ya están en manos de las autoridades.