En 2015, el PT estuvo a punto de perder su registro, pero los poco más de 14 mil votos que obtuvo en una votación extraordinaria de Aguascalientes le permitieron alcanzar el 3% de la votación. Salvó la vida y los 226 millones de pesos que el INE le asignó para subsistir en 2016.

Alberto Anaya ha liderado este instituto político desde su fundación en 1990. El actualmente diputado federal tiene una envidiable carrera parlamentaria: ha sido cuatro veces diputado y dos senador. Su esposa, María Guadalupe Rodríguez Martínez, ha sido legisladora y ha ocupado cargos directivos en el partido. Tampoco les han faltado cobijo, poder y presupuesto en el PT a Alejandro González Yáñez, Rubén Aguilar Jiménez, Ricardo Cantú Garza, Pedro Vázquez González y Reginaldo Sandoval.

Se trata, sin duda, de un partido incluyente. Se ha aliado con Movimiento Ciudadano, Panal, PRD, PVEM, PRI, PAN y en las próximas elecciones presidenciales lo hará con Morena. A ninguno le hace el feo, mucho menos si va arriba en las encuestas.

La situación de los venezolanos es una preocupación para el Partido del Trabajo de México. Cuando una mayoría en el Mercosur decidió suspender temporalmente a Venezuela, el PT se solidarizó con el gobierno de Nicolás Maduro y con quien hasta hace poco era su canciller, Delcy Rodríguez. El hombre fuerte del partido, Alberto Anaya, fue premiado en 2013 por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, por su solidaridad con las causas de la isla, que desde luego deben entenderse como las causas de los Castro. Dos años antes, cuando murió Kim Jong-il, el mismo Anaya destacó la gran aportación del líder norcoreano para liberar a su país del capitalismo salvaje. Insisto con lo de la inclusión. Tampoco a los dictadores les hace el feo.

Tener al Partido del Trabajo en la escena nacional nos ha costado a los mexicanos varios millones de pesos. Tan sólo en los últimos 20 años ha recibido más de 4 mil 500 millones en prerrogativas electorales. A eso hay que sumarle lo obtenido por sus fracciones parlamentarias en los Congresos locales, donde es posible gastar con mucha opacidad y poco recato.

Pero no está bien eso de ser tacaño y andarles exigiendo que reduzcan sus gastos. Seguramente ese dinero está muy bien empleado así. Invertirlo en la construcción de escuelas u hospitales no produciría tanta tranquilidad como sí lo hace el leer la frase que aparece al abrir su página de internet: No estás solo. El PT vela por ti.

HUERFANITO. El Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO decidió no incluir al Golfo de California en la lista de lugares en peligro. Esto es un reconocimiento a los esfuerzos de México para preservar a la vaquita marina, con la  prohibición de redes de pesca como una medida acertada. Pero el futuro de esta especie en peligro de extinción depende, en buena medida, de que  China y Estados Unidos se comprometan a disminuir el consumo de totoaba. De este lado nos toca combatir la pesca ilegal, pero con tantos dólares de por medio esa tarea se convierte en una cacería. Es un fenómeno similar al del tráfico de drogas: allá el mercado, acá la violencia.

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