No es menor el esfuerzo que hacen miles de ciudadanos en cada jornada electoral. Se capacitan, instalan casillas, atienden a los votantes y vigilan. El problema es cómo llegan los votos a las urnas. Persisten la compra de votos, el condicionamiento de programas sociales, el acarreo de electores y otras trampas, viejas y nuevas, que vulneran a nuestra democracia.

Existen mecanismos para anticipar resultados como el conteo rápido y el PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares) que venían arrojando cifras muy similares a las de los cómputos finales, pero que este 4 de junio tuvieron un comportamiento “atípico” y hoy son cuestionadas en Coahuila. Vuelve a nutrirse la desconfianza, esa que nos cuesta tanto dinero. Tenemos elecciones cada vez más caras y no por ello más transparentes.

El reto para los partidos que impugnan los resultados es poder comprobar ante el tribunal esas irregularidades. Si los ciudadanos tenemos denuncias, nos toca presentarlas ante la Fepade. La Fiscalía para Atender Delitos Electorales invitó a presentar pruebas de estas conductas que afectan la libertad del voto a través de las vías tradicionales, pero también a través de nuevas tecnologías. Tan solo en este proceso se recibieron casi 3 mil 500 llamadas y más de 2 mil 500 correos electrónicos con reportes de malas prácticas. A través de la aplicación de Fepade Móvil, se enviaron a la fiscalía poco más de 400 grabaciones de posibles delitos electorales.

Pero aún con este ejército de ciudadanos convertidos en vigilantes, sigue existiendo una gran impunidad. ¿Qué pasa con todas esas denuncias? Pasa que se investigan muy pocas. En 2015, menos de 1% se convirtieron en averiguaciones previas. En esos casos en que las faltas se comprueban vienen las sanciones. El problema es que los delitos electorales no se consideran graves. El mismo titular de la FEPADE, Santiago Nieto, reconoce que “el modelo está diseñado para que las personas lleguen a la cárcel unas horas y puedan luego obtener su libertad”.

Mientras los atropellos de cada elección se resuelvan con el pago de fianzas, seguiremos viendo siempre las mismas trampas. Así las fotografiemos, grabemos y denunciemos.


HUERFANITO. Ante la incómoda pregunta de cuándo dejaría la presidencia del PAN para buscar la candidatura de su partido en 2018, Ricardo Anaya solía responder que esa decisión la tomaría después del 4 de junio. Estaba el compromiso de las elecciones. Esa fecha ha llegado. El michoacano Marko Cortés está listo para ocupar su lugar en un par de semanas.

Anaya va a extrañar los spots, a menos que publique un libro y la editorial le dé una difusión inusitada.

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