Según el Observatorio Nacional Ciudadano, México alcanzó en 2013 el primer lugar en secuestros a nivel mundial. Este delito creció, de acuerdo al Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal, 689 por ciento en diez años (de 2004 a 2014). Las cifras de secuestro deben siempre tomarse con reservas, de entrada, porque se estima que por cada plagio reportado hay cinco que no se denuncian. Están además las discrepancias entre los datos oficiales y los de las organizaciones civiles que lo combaten. En el primer año de la administración de Enrique Peña, el Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó mil 700 plagios. Alto al Secuestro contabilizó 2 mil 750. ¿Cómo llegó la organización a esta cifra? Acudió a juzgados, procuradurías y obtuvo testimonios de víctimas. Lo que está claro, independientemente de los números, es que es uno de los delitos que más aterran a la sociedad. Las víctimas de secuestro siempre requieren de atención post-traumática. El daño emocional se extiende a la familia. Pocas veces se logra recuperar la tranquilidad. Agrede la impunidad de la que gozan los secuestradores. Asusta saberlos coludidos con las autoridades que cobran por cuidarnos. El 70% de los plagiarios son policías o ex policías. Los pocos detenidos difícilmente llegan a prisión. Los poquísimos consignados difícilmente cumplen su pena.

Lo que  hoy está en juego lleva la indignación a otro nivel. Resulta que muy pronto dos integrantes de la banda de Los Zodiaco que fueron liberados luego de denunciar tortura podrían recibir una indemnización. Se trata de Juan Carlos y Alejandro Cortez Vallarta, quienes dejaron la cárcel a pesar de que se comprobó su participación en 17 secuestros y sus víctimas los identificaron. Ellos ya están inscritos en el Registro Nacional de Víctimas. Reclaman un pago de diez millones de pesos. La decisión de otorgárselos está en manos de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas.

Somos curiosos. Ahorramos algún dinero recortando el sueldo de consejeros electorales, pero usamos algún otro para indemnizar a secuestradores.

EL HUERFANITO.  Hay que seguir con lupa el trabajo que hacen los delegados de la Semarnat en los diferentes estados. Llama la atención, por ejemplo, la velocidad con la que han sido autorizados muchos permisos que estaban detenidos en Valle de Bravo por no cumplir con las normas ambientales. Resulta que con la llegada de Francisco Osorno a la delegación mexiquense se destrabaron rapidito. ¿Será por eficiencia o más bien por conveniencia?

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