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Hoy llega al poder Donald Trump. Ni Hillary, ni los Obama, ni todos los demócratas, ni buena parte de los republicanos, ni la sensatez, ni el miedo, ni sus desplantes, ni sus propios errores pudieron frenarlo.
Esperar que como presidente tenga la prudencia que no tuvo como candidato es de una ingenuidad que ya no nos podemos permitir. Desde que ganó las elecciones, en lugar de moderar el tono, ha sido más y más beligerante.
Si bien México ha sido uno de los principales blancos de sus ataques, en los días recientes ha tenido metralla para atacar en varios frentes. Respaldó el Brexit y pronosticó que más países saldrán de la Unión Europea. No conforme con eso, criticó a la canciller alemana Ángela Merkel por recibir a migrantes. La orilló a pintar su raya y a decir que los europeos tienen su destino en sus propias manos. A la OTAN, nada más la calificó de obsoleta.
A China la enfureció al atreverse a coquetear con Taiwán. La respuesta desde Pekín fue contundente: “eso no es negociable”. Al nuevo presidente de Estados Unidos no lo detuvo saber que las relaciones diplomáticas de cualquier nación con China se sacuden ante el reconocimiento de la isla de Taiwan como una entidad independiente.
Al interior de Estados Unidos le tocó a un defensor histórico de los derechos civiles, el legislador demócrata John Lewis. Trump tuvo el tino de lanzarse en contra del único sobreviviente de la Marcha por Washington de 1963 en la víspera de la celebración del Día de Martin Luther King. Precisamente la lucha y el mensaje de quien soñó con el fin de la segregación recupera vigencia. En los días recientes muchos se manifestaron en Estados Unidos con pancartas en las que se leía la decisión de quedarse en el país en el que están. Al grito de “Here we stay” parecían también plantarse sin miedo ante aquellos que hoy manifiestan sin pudor su racismo y xenofobia.
Trump ha dicho en campaña y como presidente electo no solo cosas controversiales y agresivas, también muchas de plano falsas. Algunas fueron desmentidas y aún así casi 63 millones de personas votaron por él. Ni la verdad ni la responsabilidad pesaron más que el voto antisistema. Optaron por lo nuevo y fresco, que es también desconocido y en este caso, además, muy peligroso.
Sociópatas con aspiraciones hay en todos los países. Lo que preocupa es que exista tanta gente dispuesta a elegirlos como sus gobernantes.
EL HUERFANITO. A partir de la cancelación de la política “pies secos, pies mojados” los cubanos que pisen suelo estadounidense ya no podrán permanecer automáticamente ahí. Tan sólo en 2016 llegaron más de 54 mil, la mayoría a través de la frontera con México. El anuncio tomó por sorpresa a quienes lo vendieron todo para dejar la isla y ya no tienen casa a dónde regresar. Los centros de detención están saturados. Muchos terminarán quedándose en México.
Aún no encontramos la solución para dar albergue a los haitianos y ya hay que empezar a pensar en los cubanos.