Más Información
El gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, El Bronco, dijo ayer una trumpada: “Estados Unidos no es el mundo, tenemos relación fuerte, más bien ellos nos necesitan más que nosotros a ellos”.
El Bronco, el echado pa’lante, el antisistema, el candidato de Twitter y Facebook, quizá no tenga las cifras claras de lo que representa para Nuevo León el comercio con Estados Unidos. Sólo por citar un ejemplo: cada minuto comerciamos más de un millón de dólares con el vecino, parte importante de ese millón beneficia a Nuevo León, simplemente por su cercanía geográfica. Al año rebasamos los 600 mil millones, ¿cuál es la prioridad para Nuevo León, entonces?, ¿China?, ¿Japón?, ¿Corea?... Dudo que los empresarios de allá quieran someter sus industrias a lo que pasó, por ejemplo, con el calzado en Guanajuato, sin embargo, entiendo la declaración electorera del gobernador en campaña.
Carrier no cerrará su planta en Nuevo León, simplemente reducirá su inversión en la expansión industrial de Santa Catarina, generará menos empleos de los proyectados inicialmente: si pensaban, por ejemplo, en dos mil, quizá ahora sean menos de mil, no se necesita ser un genio para saber que habrá entonces una cantidad de neoleoneses que no tendrán chamba, no al menos en Carrier, esas personas sí que dependían más de Estados Unidos y de la inversión de Carrier que de una declaración chauvinista.
Cualquier estadista que se aprecie un poco debería lamentar una pérdida de inversión, por más pequeña que ésta sea, sobre un berrinche del estilo: “al cabo que ni queríamos”... Cualquier estadista, de esos que ya casi no hay en México.
Afortunadamente, El Bronco no renegociará el TLC, estaríamos fritos en un dos por tres.
Pero, independientemente del nombre mexicano que llevará la batuta en la jugada con Donald Trump, y de que tengamos muchos elementos para imponernos como un socio de primer nivel, de que sea una negociación tête à tête, hay un artículo del tratado que salta para los defensores del mismo aquí y allá. Concretame, el 2205, que dice: “Una parte podrá denunciar este tratado seis meses después de notificar por escrito a las otras partes su intención de hacerlo. Cuando una parte lo haya denunciado, el tratado permanecerá en vigor para las otras partes”
El tratado, respetando la soberanía de cada nación, no habla de los procesos legislativos ni del contrapeso del congreso.
Aquí, dicen unos, sería necesaria la aprobación del Congreso para salirse. Allá, dicen otros, puede ser que no tanto si encuentran vericuetos legales en las acciones del Ejecutivo.
Donald Trump es impulsivo, pero, esperemos, no suicida, porque eso representaría, para México y Estados Unidos, un manotazo de más de 600 mil millones de dólares al año.
DE COLOFÓN.— Quizá los problemas de salud de Rafael Tovar y de Teresa no lo dejan ver zopilotes sobre su cabeza, en el INAH algunos subalternos ya comienzan a cafetearlo con jugosos cochupos que le pueden reventar sin que siquiera lo tengan informado. Nunca falta un secretario descuidado para un zopilote hambriento, dice el refrán... ¿o cómo era?