Nueve y doce de agosto, The Guardian publicaba reportajes que presumían un conflicto de intereses por el uso y disfrute de un departamento en Miami, propiedad de Ricardo Pierdant, por Angélica Rivera, el empresario era, para el diario, un potencial contratista del gobierno de Peña Nieto.
Usted, su vecino y el mismo columnista que agradece su fina atención a estas letras, somos, todos, potenciales contratistas de Peña Nieto y somos lo que quiera en potencia si nos lo proponemos: potenciales atletas, potenciales escritores, potenciales super héroes, potenciales x con variable infinita.
No hubo, ni habrá, un solo contrato de Ricardo Pierdant con el gobierno federal, su hermana Aurora, otrora funcionaria del gobierno federal, cesada por una investigación en donde legalmente demostró su inocencia, tampoco tuvo nada que ver con un imaginario “conflicto de interés”.
Sí, Pierdant pagó el predial del departamento de Angélica Rivera, como lo podría hacer cualquier amigo. Sí, Rivera pudo haber usado otras formas para pagar el impuesto sobre su inmueble pero el hecho de que su amigo, Ricardo Pierdant, lo hiciera, no implica ninguna ilegalidad, mucho menos existe alguna infracción en prestarlo, a fin de cuentas, el departamento es propiedad del empresario y como tal puede hacer con él lo que le venga en gana.
Si Pierdant hubiese ganado un contrato en la administración de Peña Nieto, otra cosa sería, ahí sí hubiese detonado una bomba informativa, un escándalo más, pero como no fue así, todo se quedó en una volada o en el mejor de los casos en una suposición y no en una investigación.
The Guardian tuvo que disculparse, cosa que le cuesta la mar de credibilidad, al menos en México.
Puede que el reportaje haya sido elaborado con mala leche, (al igual que el enfoque del mismo, esto es una suposición), puede que tuviera una intención desestabilizadora, puede que haya sido elaborado con las fuentes perversas de los malquerientes, pueden ser muchas cosas, pero el problema no es The Guardian...
El problema radica en la falta de credibilidad, en un gobierno débil que puede tambalearse con cualquier cosa: con unos párrafos sin citar en una tesis o con un depa prestado, mañana, de nuevo con la mala leche, se inventará algo más con un mínimo sustento informativo y toneladas de especulación y la repercusión se transformará en otro golpe a la imagen y a la popularidad.
Los mitos escatológicos tienden a contar el fin del mundo, exageran en la desgracia, en los monstruos que lo destruyen, Bertrand Russell considera al Apocalipsis bíblico uno de ellos, aquí estamos frente a uno que quiere contar el fin de una administración que podría defenderse (y venderse) mucho mejor.
Señor Presidente, el problema no es The Guardian, ni los malquerientes, ni la mala leche, ni los comunicadores que inventan o exageran, ni las redes, ni los memes, ni el exceso de libertades, ni los que no cuentan las cosas buenas… El problema, tal vez, esté en la falta del uso del poder legítimo.
DE COLOFÓN. La presa de Valle de Bravo parece dominio de los spring breakers región cuatro, no seamos mojigatos: se vale hacer fiestas y se vale tomar alcohol, pero no se vale un desgarriate así, como el Titanic de la semana pasada. ¿Capitanía de Puerto?, Bien, merci!