Y de pronto, de la congeladora legislativa (que de existir de manera física tendría el tamaño de la Antártida antes del calentamiento global) salió para ser descriogenizada en fast track un dictamen… o varios. Tras el discurso de la semana pasada del general secretario (¿o hay alguna otra razón para la prisa?) nuestros legisladores quieren sacarlas, como sea, en pleno puente Guadalupe-Reyes.

Ojo, que son al menos dos leyes que tendrían, además, que ser tres. Vamos una por una.

Reglamentar el “estado de excepción”. El Presidente puede declarar —y la idea es que sea con controles claros, por un tiempo determinado y en casos realmente graves— que en algún momento los derechos humanos no se respetarían en el país y cuáles, para hacer frente a un “Estado de excepción”. ¿Cómo que? Pues caminar por la calle, reunirse, la libertad personal, por ejemplo. Todos los derechos menos algunos que están claros en el mismo artículo que no se pueden suspender.

En México sólo una vez se ha declarado Estado de excepción: en la Segunda Guerra Mundial, en 1942, cuando mandamos al famoso “Escuadrón 201”. Ni en el terremoto del 85 para la Ciudad. Ni durante la amenaza que no sabíamos cómo venía de la influenza AH1N1.

Ya está trazado en el Artículo 29 de la Constitución, que fue modificado en junio de 2011 con la gran reforma en Derechos Humanos y que debió de haber tenido una ley reglamentaria desde junio de 2012 (según transitorio, ya sabe, esas letras chiquitas de las leyes), en qué casos aplicaría: cuando haya “invasión, perturbación grave de la paz pública, o de cualquier otro que ponga a la sociedad en grave peligro o conflicto”. La cosa es cómo definirlos, qué controles ponerle con peras y manzanas más allá de lo que señala la Constitución.

Había ya dictamen aprobado en el Senado desde diciembre de 2015 que comenzó desde 2013. Una de las últimas versiones, por ejemplo, tuvo como firmante a Manuel Camacho Solís, quien murió en junio de 2015. Ayer leí el dictamen. Tuvo un solo voto en contra desde comisiones: el de Dolores Padierna que ya advertía algo que también lo hace ahora la sociedad civil. Me refiero a que si no se clarifican ciertos conceptos, se establecen más controles, podría ser peligroso. ¿O quizá es que hay que reformar el mismo artículo constitucional para estar tranquilos?

Catalina Pérez Correa argumenta que, por ejemplo, no basta con pedir que la Comisión permanente avale si no está el Congreso reunido, debe hacerse mientras se llama al Congreso en pleno; que ellos deben pedir informes y no sólo “recibir” los que el Presidente les dé; que debería pedirse por un tiempo y con un porcentaje creciente de apoyo a volverse a votar en cada ocasión. Que debería aprobarse por la mayoría absoluta de ministros… y sobre todo que hay que clarificar cuándo. Es que ahorita diría esto, como en el caso de que haya una “perturbación grave de la paz pública” definida así:

—Situaciones de violencia que alteren la estabilidad social y pongan en riesgo la integridad, seguridad o libertad de la población o de una parte de ella y que representen una amenaza a la capacidad de las instituciones del Estado para hacer frente a dichas afectaciones.

Mmm. ¿Cómo se define la integridad de la población?, ¿la “estabilidad social”?, ¿cuándo deja de serlo? Eso de la población “o una parte de ella”… ¿cómo definimos qué parte? Debe quedar clarísimo.

Ayer en San Lázaro, el dictamen fue avalado por la Comisión de Derechos Humanos —presidida por el priísta Armando Luna Canales, ex ómbudsman de Coahuila y quien votó en contra de los matrimonios igualitarios— y el PRD, Morena y Movimiento Ciudadano votaron en contra. Se espera que pase a pleno a más tardar el jueves para ser votada.

—Ley de Seguridad Interior. Habrá dos iniciativas para hacer esta ley. Una ya la presentó el senador Roberto Gil Zuarth en septiembre de este año y otra que dará a conocer el PRI este jueves. Es la que al fin —y hay que ver cómo— daría claridad al Ejército para estar en las calles en casos excepcionales.

La de Gil propone la creación de una Comisión Bicameral de Seguridad Nacional, la cual tendría facultades para determinar la permanencia de las fuerzas de apoyo en las zonas donde sean requeridas.

También que todas las tareas en materia de seguridad sean coordinadas por el Comité de Seguridad Interior, donde participarán los secretarios de Gobernación, Defensa y Marina, entre otros funcionarios. Se crearán la Fuerzas de Apoyo Federal, que se regirán bajo los preceptos de la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea, y la Marina.

Estos grupos de seguridad sólo participarán cuando existan afectaciones a la seguridad interior, en las cuales no se contempla el estado de excepción.

Si en la fracción del PRI no cambian de opinión, mañana jueves estarán presentado su iniciativa. ¿Será muy diferente? Emilio Gamboa está optimista de que sí se pueda convocar a un periodo extraordinario de sesiones. Tras dictaminarse en el Senado tendría que ir a la Cámara de diputados. Supongo que en periodo extraordinario…

--Y la tercera Ley: la de Seguridad Pública. Ayer, que nos encontramos en el coctel de colaboradores de este periódico, María Elena Morera me daba otro argumento: si hay Ley de seguridad Interior tiene que haber, a la par, Ley de Seguridad Pública.

Si habrá claridad de cuándo es que puede salir a la calle el Ejército, también hay que dejar claros los pasos, casi con calendario, que se darán para que puedan salir de ahí y dejar a policías civiles.

Ella pone énfasis en la necesidad de contar antes con policías confiables, que aprueben los exámenes de confianza. Tiene toda la razón, el primer contacto de la población con la autoridad, son los policías. Si no tenemos policías confiables, ¿en qué estado de indefensión estamos?

También reconoce que tendríamos que hacer cambios en materia de reglamentos para los cuerpos policiacos, toda vez que los elementos policiacos que participan en tareas de seguridad se rigen por sus propios lineamientos (artículo 123, apartado B, fracción XII).

De esta ley ya hay, también dictamen del Senado y está en San Lázaro. Que la saquen de la congeladora.

Golpearon a Ana Gabriela Guevara. La atleta, medallista y ahora senadora. Varios hombres porque sí, porque algo; iba en moto con una amiga. Por supuesto que hay que condenarlo, pero también alertarnos: en este país no está segura ninguna mujer. Ninguna. #NiUnaMás.

En el Senado, aprobaron la mariguana medicinal. También su cultivo con fines médicos y científicos. Es un paso chiquito, pero valioso, que cambiará vidas. Ahora a hacer una reserva para la Asamblea Constituyente para ello: no hay manera que digan que siempre no. Quizá con un transitorio, pero debe estar.

Ellos lo dijeron:

--(si quedo fuera de las candidaturas) No importa, no es una ambición personal (ay ajá) no es una ambición vulgar, es lograr un proyecto para la transformación del país, aunque lleve de por medio el que no estés en esa posición: ¿Andrés Manuel López Obrador hablando del 2018? No, es Ricardo Monreal, hablando de la posibilidad de no ser el candidato a Jefe de Gobierno capitalino. ¿Soy yo o ya hablan igualito?

--El mundo actual es muy complicado y no importa lo listo que seas, tienes que tener la mejor información posible para tomar las mejores decisiones posibles...Si no estás recibiendo su perspectiva, su perspectiva detallada, están moviéndote a ciegas: Barack Obama, al responder la postura de Donald Trump, quien dijo que no se reuniría a diario con las agencias de seguridad de Estados Unidos, salvo en casos donde se amerite.

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