El inicio de 2017 ha sido complicado, además del incremento en el precio de las gasolinas, en el país se presentaron acontecimientos muy importantes a afrontar: un dólar más caro, el retroceso de Ford de traer inversión, ajustes en el gabinete, el próximo cambio en el gobierno de nuestro principal socio comercial y las protestas contra el incremento del combustible que se han tornado en vandalismo.

Como en toda realidad, hay diferentes lecturas; sin embargo, la más relevante es que era insostenible para las finanzas públicas del país seguir subsidiando el costo de los combustibles sin generar más recortes o endeudamiento, implicando una pérdida de futuro y dañando a los más necesitados. Estos recursos tienen que redirigirse a incrementar la competitividad.

Si bien es cierto que el tema de un mayor precio del combustible le pega al sector industrial, a los servicios y al sector primario, pues el consumo de gasolina no sólo es para automóviles y carga sino que también se usa en el campo, vale la pena mencionar que el gobierno ha actuado con recortes en el gasto público entendiendo que hay que apretarse el cinturón.

Por su relación en las cadenas productivas como la de transporte o alimentos y bebidas (de los cuales ya se esperan algunos aumentos), habrá un impacto directo en el poder adquisitivo, lo cual es una medicina amarga para evitar que poco tiempo exista un deterioro de las variables fundamentales de la economía, entre ellas el balance público.

De acuerdo con las últimas cifras disponibles, el país importa casi 59% de las gasolinas que se consumen debido a la poca capacidad de refinación que se tiene en el territorio nacional. Además, el combustible que compramos del exterior lo pagamos a un costo más alto por dos vías: el precio del petróleo y un dólar más caro. En 2016, el precio del petróleo subió 45% y el WTI cerró por arriba de los 53 dólares por barril, mientras que el dólar aumentó 19.5% al cotizar en 20.61 el 31 de diciembre de 2016.

Otra realidad: Las reformas aprobadas han tenido poco que ver el aumento en la gasolina. La reforma energética busca la entrada de más competidores en el territorio nacional y generar así una mejor oferta con precios más competitivos para los consumidores. Esto no se ha podido realizar porque, por un lado, aún no se liberaliza el precio, será hasta el 30 de marzo de este año cuando inicie este proceso gradual de apertura en el país de manera escalonada hasta concluir el 30 de diciembre; mientras que, por otra parte, el precio de importación de las gasolinas es elevado aunado con la cotización del dólar.

Una vez que los precios se liberalicen, la gasolina estará sujeta a determinantes como la cotización del petróleo, la competencia entre marcas, la infraestructura de las localidades que vendan gasolina, los impuestos como el IEPS y el IVA, además de los costos de refinación y el precio del dólar. Una nación competitiva debe operar bajo precios de mercado y no con precios regulados o subsidiados.

El tema desgraciadamente se empieza a politizar. Algunas voces se han manifestado contra el aumento argumentando la parte de IEPS; lo cierto es que los precios de la gasolina no se han incrementado por los impuestos, todo fue aprobado en la Ley de Ingresos en noviembre pasado.

Los diferentes pronunciamientos en contra de esta difícil decisión han desencadenado acciones vandálicas y bloqueos en 20 estados de la República Mexicana; esta situación sólo muestra las fuerzas más negativas del país que, con la bandera de ayudar a los pobres, sólo los perjudicarán.

La imagen de lo que pasa internamente y que es proyectada hacia el exterior, nos pone “de rodillas” frente a las importantes negociaciones que se avecinan con nuestro principal socio, por lo que es momento de lograr un proceso de unidad y solidaridad por todos los actores y en todos los sectores, más allá de cualquier partido político o ideologías, ya que es el futuro de nuestro México lo que importa.

¿Qué responsabilidades dejaron los tres Reyes Magos?: Como ciudadanos, nos toca actuar para no convertir toda esta revuelta en un problema político. Al gobierno le toca mantener el equilibrio de las finanzas públicas, ser eficiente con los ingresos recaudatorios y sensato en los gastos; además, debe garantizar condiciones de inversión y cuidar el nivel de inflación para que el mercado interno se mantenga como motor de la economía en un entorno de debilidad del exterior (donde las medidas proteccionistas podrían acelerar el avance de las tasas en Estados Unidos y por lo tanto en México, generando un ambiente más restrictivo para el crédito).

Las organizaciones empresariales, tienen la responsabilidad de definir estrategias en beneficio de sus cadenas productivas y de establecer sus escenarios de anticipación en beneficio del mercado interno y el contenido nacional.

Presidente de Consultores Internacionales S.C.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses