He tratado muchas veces en este espacio la importancia que tiene para la seguridad y sostenibilidad de la Ciudad de México la Zona Federal del Lago de Texcoco (ZFLT).

Me parece que la situación es tan grave que amerita una discusión mucho más a fondo, misma que se relaciona con una decisión —a mi juicio equivocada— sobre la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), precisamente en ese sitio.

Es muy lamentable que a lo largo de la historia de nuestra Ciudad, especialmente a mediados del siglo XX, pocos gobernantes hayan tenido la visión de cuidar el Lago de Texcoco, cuna de nuestra civilización.

Tenochtitlán fue fundada en un islote en el lado poniente del gran Lago de Texcoco, donde los expedicionarios provenientes del occidente encontraron la señal mitológica del águila devorando a la serpiente. Después de un crecimiento explosivo a lo largo de 400 años después de la Conquista, todavía en la década de los años cincuenta, un espacio enorme en el oriente de la Ciudad era ocupado por el Lago de Texcoco.

n error histórico e imperdonable con consecuencias graves para el centro del país fue la desecación del Lago. En el mismo sitio, como era natural, seguían llegando los distintos ríos provenientes del lado poniente de la Cuenca del Valle de México, pero ya para ese entonces, sólo con aguas negras.

La desecación del Lago, sumado a la descarga de drenajes en el mismo sitio, provocó un problema de salubridad muy serio ya que gran parte de los volúmenes de agua se evaporaban, dejando miles de toneladas de desechos orgánicos en la superficie, que con las tolvaneras de febrero y marzo, cubrían gran pare de la zona urbana.

En 1971, por decreto presidencial, se creó el Plan Lago de Texcoco con el objetivo central de la recuperación ecológica del vaso del Lago de Texcoco. En el mismo decreto se delimitó la Zona Federal con una superficie de 14 mil hectáreas. Como ya hemos explicado, este ambicioso plan logró revertir el daño causado por las tolvaneras gracias a la plantación de millones de árboles y a la construcción del Lago Nabor Carrillo, entre muchas otras obras.

Debido a invasiones continuas en la Zona Federal, principalmente por el crecimiento descontrolado en Ecatepec y Chimalhuacán, la ZFLT se redujo a 11 mil 600 hectáreas, quedando su delimitación final en un decreto presidencial de 1982.

En esta administración del presidente Enrique Peña Nieto, se están tomando una serie de decisiones equivocadas que van a provocar la desaparición definitiva de la ZFLT. El Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México, organismo responsable de la construcción del NAICM, junto con la SCT y la Conagua, han tomado una de las decisiones más dañinas en la historia moderna de país: destruir el Lago Nabor Carrillo y convertirlo en una laguna de regulación.

Esto quiere decir que el lago estará vacío la mayor parte del tiempo solo para recibir agua en los picos de tormenta en temporada de lluvias y proteger al NAICM; lo que significa volver a la misma condición de los años setenta: polvo, tolvaneras, pestilencia e insalubridad todo el año.

Hemos revisado los planos de la superficie que ocupa el proyecto del NAICM, que equivalen a cerca de 4 mil hectáreas; analizamos también la adjudicación directa del Grupo Aeroportuario a la Secretaría de la Defensa para la construcción de la barda perimetral que abarca exclusivamente esta área. Esto quiere decir que se está dejando sin protección al resto del espacio de la ZFLT.

Hace unos días denunciábamos el fraude descomunal, mediante el cual se pretende “regalar” 200 hectáreas a los líderes de Antorcha Campesina, con la complicidad de la Segob, Conagua e Indaabin. Hemos advertido también que si se convierte el Lago Nabor Carrillo en laguna de regulación, representaría uno de los peores crímenes ecológicos en la historia moderna del país.

Ahora manifestamos una profunda preocupación por el resto del espacio que integra la ZFLT, que representan alrededor de 10 mil hectáreas y donde se incluyen: el evaporador solar de Sosa Texcoco, conocido como el Caracol; toda el área de Bordo Poniente en sus cuatro etapas; los Tlateles, el área de regulación del lago Churubusco y la laguna de regulación horaria; todo el espacio en torno al Lago Nabor Carrillo y cerca de 2 mil hectáreas adicionales de terrenos adquiridos en la pasada administración del presidente Calderón.

Estos terrenos deben estar cercados y protegidos porque, evidentemente, los intereses de todo tipo en torno a la construcción del NAICM y la corrupción que impera ponen en riesgo la vocación ecológica de dicha zona, fundamental para la sostenibilidad y seguridad del área metropolitana de la CDMX.

ciudadposibledf.org

@JL_Luege

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