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El “sospechosismo” se alimenta de impunidad disfrazada de ineptitud.
Ridículos y patéticos han resultado los primeros esfuerzos de la Procuraduría General de la República para acreditar los quebrantos multimillonarios achacados al ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte.
Es una pésima noticia que da pena ajena. Parece broma.
Las primeras percepciones del pavoroso caso debilitan al Ministerio Público federal, que fue incapaz de armar un caso sólido en 276 días, contados a partir de la fuga impune, pasando por la película de la captura en Guatemala y la extradición a México.
Además de la ausencia de funcionarios de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, lo cual es injustificable, peor resultó que los fiscales Martha Ramos Castillo, Nelly Magaly Alvarado y Pedro Guevara Pérez, resultaran incapaces de descifrar la carpeta de investigación contenida en tres cajas.
Reporteros testigos de la audiencia inicial en el Reclusorio Norte comentan que los tres fiscales de la PGR, quienes no habían aparecido en otras diligencias, acusaron falta de pericia. Tardaron una hora para buscar cifras e indicios acusatorios. Confundieron los datos. No hicieron la tarea. Tan es así que el juez federal de la causa, Gerardo Moreno García, hubo de exhibirlos mediante severo regaño.
Por ejemplo, de los 439 millones 758 mil pesos que supuestamente el ex mandatario de Veracruz habría desviado para la compra de 22 parcelas en Campeche, un departamento en Ixtapa, una casa en las Lomas de Chapultepec, un yate y joyas, los investigadores apenas pudieron acreditar, a medias, 38 millones 500 mil pesos, supuestamente saqueados al presupuesto de la Secretaría de Educación estatal a través de empresas fantasma y prestanombres.
Las cifras no cuadran. Contradicen las que recibió el juez Moreno García cuando giró la orden de aprehensión contra Duarte.
Ante las inconsistencias y torpeza de los “emepés”, el abogado defensor, Marco Antonio del Toro, presume que el caso se está desmoronando. Con desbordada confianza nos dijo: “El gobierno infló un globo que ya se desinfló”.
¿Será que Javier Duarte se ríe de la justicia que él conoce muy bien?
¿Será que todo está armado para que prevalezca la impunidad?
La accidentada audiencia inicial del lunes pesó, y mucho, en la percepción pública. No se entiende una primera señal tan negativa del gobierno.
Si estas pifias ocurren con un caso de tan alto impacto, ahora que el nuevo Sistema Penal Acusatorio permite a la opinión pública ser testigo de los procesos judiciales, imagínese la cantidad de horrores, errores, pifias y trampas que sucedían cuando esa justicia se ventilaba a puerta cerrada y se acusaba a ricos, famosos y poderosos…
Es cierto, para el caso Duarte aún no llega la hora de la verdad. La audiencia de vinculación a proceso será el próximo sábado a las 10 de la mañana, una sesión que se prevé maratónica.
Iniciar con el pie izquierdo el caso de corrupción más escandaloso del sexenio reaviva la sospecha sobre una entrega pactada del ex gobernador de Veracruz y pone en evidencia la debilidad institucional para obtener éxito en la cruzada para terminar con la impunidad, en el contexto de la transparencia que debe garantizar el flamante sistema de justicia, a menos que todo sea parte de un show, como bien dio a entender Duarte al momento de abandonar el penal guatemalteco, después de que el sistema guardó silencio y complacencia ante las denuncias de saqueo que tanto irritan, no sólo en Veracruz.
El papelón de la PGR demuestra que la falla no está en el sistema, sino en los encargados de procurarla, para demostrar que el inocente no es tan inocente.
EL MONJE ENCARCELADO: Todo indica que Javier Duarte irá a dar, con su hipertensión arterial, hígado graso, arranques de furia, ansiedad, angustia y desesperación, al Centro Federal de Rehabilitación Psicosocial de Ayala, Morelos, sobre la carretera México-Oaxaca. Es el único penal construido para alojar a delincuentes distinguidos que padecen desórdenes mentales. Duarte será compañero del ex gobernador de Quintana Roo Mario Villanueva Madrid, y de Guillermo Padrés Dagnino, hijo del ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés Elías. ¿El poeta veracruzano aprovechará su estancia para dar clases de paciencia, prudencia y verbal continencia, según su conveniencia? ¿Lo pondrán cómodo para que suelte la sopa, y de paso empine a López Obrador por haber embarrado de billetes a Morena? Todo lo que escurra, es miel…
@JoseCardenas1
josecardenas@mac.com
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