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A López Obrador le llueve tupido...
El tabasqueño tiene la culpa por bajar la guardia de manera inexplicable; el descuido de un dislate sin sustento bastó para ponerlo a merced de sus enemigos de la “mafia del poder”, que, según él, está “nerviosita”, y lo sigue provocando.
La mención del Ejército como objeto de reclamo por su probable participación en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, fue suficiente para una tunda que no termina. Sin mencionar al Peje por su nombre, el mando militar denuncia difamación y ofensa cuando se señala a soldados como culpables de actos de represión y violación de los derechos humanos, en Iguala, sin la mínima evidencia.
En igual sentido, días antes, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, exigió sustento al señalamiento ocurrente y difuso; recomendó a López Obrador denunciar los hechos y sustentar sus dichos.
Con indignación por el agravio, el canciller Luis Videgaray y el vocero presidencial Eduardo Sánchez también contraatacaron con indignación por “las falsas e injustas” acusaciones del tabasqueño.
La respuesta del aludido ha sido desviar el balón a la tribuna.
Nadie duda que Andrés Manuel se equivocó al poner en tela de juicio la misión de las Fuerzas Armadas, su papel en el combate al crimen organizado, o la urgencia de un marco legal que brinde certeza jurídica al cumplimiento de una labor que no corresponde a la milicia, aunque ahora pretenda sobar el golpe que irritó al gremio castrense.
Lo que llama la atención es la insistencia del reclamo contra el dueño de Morena; no solo hablamos de la furibunda reacción oficial. Basta revisar las páginas de los diarios y sus sitios en la web para detectar la obsesión por minar al tabasqueño. Es inocultable el apremio de la mediocracia orgánica, inducida desde el poder, para censurar, criticar, vapulear y tratar de borrar del mapa al eterno aspirante presidencial.
El tsunami anti lopezobradorista comenzó a crecer con el torpe golpeteo del presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa, quien lo mismo acusó al tabasqueño de deshonestidad que de incapacidad para gobernar a causa de un padecimiento cardiaco, y ser indigno para comandar a las Fuerzas Armadas. Sobra citar las andanadas panistas y la tibieza perredista.
La historia se repite. El avance de López Obrador, que lo coloca como puntero en las preferencias ciudadanas, lo convierte en el rival a vencer en 2018, tal y como ocurrió en 2006, cuando no ganó por medio punto, o en 2012, cuando no pudo con Peña Nieto.
La ofensiva contra AMLO se parece mucho a aquel desafuero orquestado desde la obsesión foxista.
Queda claro; en política, golpe que no mata fortalece, y la desesperación del poder frente a las hordas antisistema parecen obrar a favor de Obrador. La ofensiva armada en su contra, en lugar de evidenciar debilidades, inconsistencias y defectos del Mesías Tropical, se pierde en aspavientos y fortalece el discurso victimizador que tanto le ha redituado… y lo consolida.
No siempre el ataque es la mejor defensa; sobra ímpetu y falta estrategia para detener a quien muchos señalan, otra vez, como un peligro para México.
EL MONJE ATERRADO: México huele a podrido; violencia y terror no piden permiso. Cementerios clandestinos en el subsuelo; cárceles de infierno. Desespera la ausencia de autoridad para detener el reloj que marca estas horas salvajes. Cizaña criminal crece con toda impunidad entre autoridades vendidas al mejor postor criminal; México salvaje, nos estrangula.
@JoseCardenas1
josecardenas@mac.com
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