El futuro político del jefe de Gobierno de la CDMX no pinta negro con amarillo; sólo negro. Los planetas se alinean para ponerlo fuera de combate.

Me explico…

El desastre provocado por el rebelde Miguel Barbosa, quien propone al PRD apoyar la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador, coloca a Alejandra Barrales y al resto de la plana mayor en otra crisis; otra raya al tigre, pues.

Tan solo en el Senado, Pablo Escudero, presidente de la Mesa Directiva, resiste reconocer el liderazgo artificial de Dolores Padierna, designada con calzador, para sustituir “temporalmente” a Barbosa.

Los hechos provocan encono y estupor; enseñan los calzones de un PRD, exprés pulverizado, que en medio del caos difícilmente podrá sobrevivir en estado catatónico, por ésta y otras graves dolencias crónicas.

La incongruencia salta en voz de la jefa Barrales, durante un chacaleo banquetero, donde reconoció que Miguel Barbosa podría no estar tan perdido en eso de entregarse, amoroso, en brazos de Andrés Manuel.

Cuestionada sobre una eventual alianza de conveniencia con Morena y apoyar la candidatura presidencial del tabasqueño, Alejandra dice que cualquier decisión será responsabilidad del partido, lo cual se evaluará en su momento. ¿Es decir, admite que el PRD no ha cancelado una posible unidad de partidos de izquierda, Morena incluido? Quizá lo dijo por presión, porque se fue de la lengua, o simplemente para salir del paso.

Por más dividido que esté el perredismo, o precisamente por esa debilidad, buscar un acercamiento con el tabasqueño sería firmar el acta de defunción del partido del sol azteca.

Ni duda cabe que Morena llegará a 2018 con más fuerza que el PRD. López Obrador no necesita a ese partido, que lo vio crecer tras su infancia priísta, tanto como el PRD necesita a López Obrador. Es improbable una alianza, cuando los demonios andan sueltos y revueltos. Pocos olvidan que El Peje ha declarado, una y otra vez, profundo desprecio a su partido materno, cuando ha insistido que con “esos” “ni a la esquina”…

Tampoco parece posible que Los Chuchos dominantes estén dispuestos a que los parta un “Rayito de Esperanza”. La cúpula amarilla preferiría quedarse con los restos del naufragio que ser devorada por el Mesías Tropical. Business is business.

Aunque la declaración de Alejandra Barrales huela a bomba de humo, la posibilidad imposible dejaría a Miguel Ángel Mancera al borde del desahucio. El jefe de Gobierno de la CDMX nada tiene ni tendría que hacer frente a El Peje; las encuestas muestran al eterno candidato muy lejos del doctor en Derecho.

Como sea, Mancera parece extraviado, por más que su mano peluda —decíamos ayer— intente mecer la cuna perredista. Si se lanza, no se le ven oportunidades de ganar, menos con una “mafufa” alianza perredepejista.

EL MONJE VIAL: Mancera tiene otra piedra en el zapato. Los amparos otorgados a un grupo de ciudadanos por la inconstitucionalidad de las fotomultas amenaza convertirse en un dolor de muelas. El juez otorgó a los quejosos el derecho de audiencia para impugnar sanciones antes de tener que pagarlas; nada garantiza que las impugnaciones procedan. Pero el escándalo no es jurídico sino de “lana”. La operación de las fotomultas por parte de la empresa Autotraffic resulta ser una mina de oro. El senador Mario Delgado, de Morena, y la panista Mariana Gómez del Campo, aprovechan cámaras y micrófonos para despertar sospechas incómodas, al recordar que 46% de cada fotomulta va a los bolsillos de los socios de Mancera. El “negociazo”, según Delgado, es gordo; fue de 122 millones de pesos el año pasado. Pues entonces que de una vez investiguen lo que ocurre con el otro “negociazo”, el de los “parquímetros”, donde eficientes operadores de la IP se embolsan el 70% de todo lo recaudado.

@JoseCardenas1

josecardenas@mac.com

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