El nuevo presidente de Estados Unidos nunca se preparó para gobernar. Quizá jamás se le ocurrió —en serio— que podría ganar las elecciones.

Solo así se explican arrebatos, pifias, improvisación, falta de estrategia, experiencia y control.

Hasta ahora Trump ha resultado un mandatario advenedizo, que resta credibilidad y respeto al gobierno que encabeza… con tan mala cabeza.

Veinticinco días de mandato a tropezones han sido suficientes para desatar caos de una administración tan volátil como el carácter del millonario berrinchudo, agresivo y majadero.

Frivolidad y ausencia de la mínima capacidad de previsión han derivado en un cúmulo de decisiones escandalosas y perversas.

Por ejemplo, haber nombrado a Michael Flynn como responsable de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), cuando sabía que éste había tenido contactos ilegales con el Kremlin, y haberlo ocultado deliberadamente deja en ridículo al mandatario.

Sume el error de nominar a Andrew Puzder para ocupar la Secretaría del Trabajo, quien tiró la toalla y se bajó del barco antes de llegar a puerto, porque los medios de comunicación denunciaron que el magnate, dueño de una cadena de comida rápida, maltrataba a sus empleados. Además, se reveló que Puzder tenía a una indocumentada para su servicio doméstico. Los medios tiraron la nominación del amigo de Trump y de paso exhibieron la falta de seriedad del equipo presidencial, que no investigó a fondo al funcionario propuesto.

La enemistad de Trump con la prensa se cuece aparte. Los diarios The Washington Post, The New York Times o las cadenas televisivas CNN y NBC, han generado un efecto boomerang; los ojos de los informadores no se han despegado de las mentiras sistemáticas del energúmeno. Trump y el portavoz de la Casa Banca, Sean Spicer, se han convertido en protagonistas estelares de burlas y parodias despiadadas en los programas nocturnos de las principales cadenas de la televisión estadounidense.

A pesar del poder omnímodo, que abarca y comprende todo, Trump se ha debilitado. La baja aceptación popular del mandatario ha sido provocada por sus acciones desbocadas. Como muchos pronosticaban, el carácter antipático e incontrolable del empresario neoyorquino, lo ha llevado a abrir un sinnúmero de frentes que ponen a Estados Unidos en aprietos frente el mundo.

El problema para México es que la pesadilla Trump no va a terminar pronto. El acoso a los migrantes, la construcción del muro, la amenaza de dinamitar el TLC y el trato insolente y obsesivo van a prevalecer.

A Trump no le importan la buena vecindad ni los efectos dañinos de su política de odio. No entiende el mensaje de seis ex embajadores estadounidenses en México, demócratas y republicanos, quienes subrayan la importancia de nuestro país como socio estratégico y confiable. Los diplomáticos muestran preocupación por la deteriorada relación bilateral, debido al clima de tensión generado por la llegada de Trump al poder, que obstaculiza enfrentar problemas comunes y provoca sentimientos antiestadounidenses. Las políticas de Trump son exageradas y podrían llegar a destruir años de colaboración mutua, advierten… y entre líneas denuncian: Trump es una amenaza.

EL MONJE APREMIADO: El titular de la PGR está en Brasil; viajó de volada para echarse un clavado en el expediente del escándalo Odebrecht. Raúl Cervantes quiere averiguar a quién sobornó Odebrecht con 10.5 millones de dólares para obtener contratos en Pemex. La pesquisa apesta. ¿Para qué ir tan lejos si el o los corruptos que recibieron el dinero sucio están aquí?

@JoseCardenas1

josecardenas@mac.com

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