Ante las amenazas de Trump contra México, la deportación masiva de migrantes es la más sensible porque golpea la dignidad de nuestros paisanos, quienes sufren en carne propia la embestida de la xenofobia, el racismo y la exclusión furibunda estimulada por la campaña del próximo presidente estadounidense.
El clima de odio está sembrado, tiene permiso para salir de las cloacas, y frente a eso, no bastan las buenas intenciones proteccionistas de nuestro gobierno para revertir una adversidad de tal magnitud.
Hay un hecho que no nos gusta reconocer. En México, la migración tiene un componente de expulsión. Los que se fueron al gabacho hace diez, 15 o 20 años, lo hicieron porque este país no les brindó seguridad económica. Cuando estaban por aquí los dejamos ir para allá por falta de oportunidades, por falta de empleo…
¿Y ahora resulta que siempre sí los queremos proteger?
Por un lado, la secretaria de Relaciones Exteriores anuncia once acciones para cuidar más a nuestros “paisanos”. Si bien revelan la nobleza de las mejores intenciones, parecen “mejoralitos” para la migraña. Cada una refuerza lo ya realizado por los 50 consulados nacionales en la Unión Americana, ante la cacería que se avecina.
¿Ahora sí los vamos a cuidar en serio? ¿Ahora sí les tendremos empleo si regresan?
Dice el secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete: “Esto es una oportunidad para aprovechar mano de obra calificada”.
¿Cuál es la mano de obra calificada de los que se fueron a los campos agrícolas, de albañiles, jardineros o lavaplatos? ¿Esos son a los que ahora el país les tiene un lugar reservado en el paraíso del cual fueron expulsados con espada de fuego?
Incluso, si regresaran técnicos capacitados y especializados, se encontrarán con un negro panorama…
Los pronósticos hablan de un freno a las inversiones derivado de las amenazas comerciales del próximo presidente estadounidense. Difícilmente se generarán los empleos de la calidad que merecen nuestros deportados.
Sin afán pesimista, la magnitud de la catástrofe por venir es gigante.
No se vale tanta falta de respeto, señor secretario del Trabajo… tanta falsedad, tanta hipocresía… ni tanto cinismo.
Al mediano plazo, la persecución y expulsión de indocumentados también es una amenaza para la economía del país. Los estados expulsores de mano de obra enfrentarán una crisis profunda al dejar de recibir las remesas que en buena medida sostienen sus economías; el pánico en Puebla, Oaxaca, Zacatecas, Michoacán o Guanajuato está plenamente justificado… y para el país en general, las deportaciones impactarán la principal fuente de ingresos que, tan sólo el año pasado, significó 25 mil millones de dólares. Nada más.
EL MONJE MORENO: Ocurrencias folklóricas soplan en el centro de la antigua Ciudad de los Palacios. El insigne diputado local, José Alfonso Suárez del Real, propone fundar “Cuahtemoctitlán”, como capital de la nueva CDMX. Sería algo así como una alcaldía que ocuparía el corazón de la urbe, es decir, la delegación Cuauhtemoc. Sólo falta proponer que los vecinos del centro elijan “tlatoani” en vez de delegado… ¿de una vez, puedo proponer para Cuahtemoctitlán al Cuatemochas Cárdenas?
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