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Muchos son los misterios en la política, pero no hay velo perpetuo ni enigma sin solución.
¿Por qué se hundió el Partido Acción Nacional —hasta el tercer sitio— en la última elección presidencial?
—¿Por qué la candidatura de Josefina Vázquez Mota fue abandonada sin reclamo, ni queja?
—¿Por qué desapareció para reencarnar en defensora de nuestros migrantes en Estados Unidos?
Las respuestas a estas inquietudes se perfilan por el pedregoso camino del soborno.
—¿Como hacían los viejos pelotaris en el Frontón México, Josefina vendió el partido y cobró jugosamente por la derrota?
Si bien hay libros en cuyas páginas se habla de un pacto secreto entre Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, no es posible olvidar tampoco una evidencia de amarre perverso: la elección del Estado de México en 2005, en la cual no quiso aparecer Josefina en la papeleta. Aquella alianza entre PAN y PRD fue abortada por escrito mediante un documento firmado en la Secretaría de Gobernación —vigilado por Fernando Gómez Mont— para favorecer el camino de Peña a Los Pinos y conservar el gobierno mexiquense en manos tricolores. El firmante “peñista” de aquel “acuerdo” fue el actual secretario de Sedesol, Luis Miranda; si no fue cierto, que lo desmienta.
Las pruebas comienzan a encajar en el rompecabezas del sexenio anterior.
Según la organización “Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad”, Josefina vive de ordeñar a la fundación “Juntos Podemos” cuyas arcas fueron socorridas por el gobierno federal que le ha untado la mano con 900 millones de pesos, de cuya disposición y destino nadie sabe. Y quienes lo saben, callan, como Jorge Santibáñez, hombre de paja en la dirección de “Juntos Podemos”, incapaz de atar dos ideas verosímiles en la historia de lo que pinta como gigantesco “embute josefino”.
La corrupción en este caso es un hecho consumado y la impunidad consecuencia garantizada. Maromeros y magos de la palabra intentarán dejar a Vázquez Mota rechinando de limpia, por un tiempo. Si en este momento se hiciera la alianza en el Estado de México para derrotar al PRI en tierra de Peña, ya no iría ella como candidata ya que sería víctima de todos los torpedos imaginables.
Pero si el caso suena escandaloso, más sonoro resulta el silencio en torno de esta historia mal oliente.
El único ex panista capaz de alzar con objetividad la voz ha sido el periodista Juan Ignacio Zavala, cuya hermana Margarita se perfila como candidata del PAN —o de la “independencia ciudadana”— a la Presidencia en 2018.
Juan Ignacio hace una pregunta insidiosa que implica sospecha: “¿Por qué Josefina, quien combatió con ahínco y esfuerzo una candidatura como la de Peña, acaba canalizando recursos de ese gobierno?”
Este informador también sospecha: ¿Fue el pago por dejarse vencer y abandonar a sus electores?
No entiendo por qué Josefina calla y se sume.
EL MONJE SABIO: “Cuando uno está muerto, no sabe que está muerto. Los demás sí lo saben y ellos son lo que sufren. Lo mismo ocurre cuando uno es pendejo”.
@JoseCardenas1
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