Este fin de semana hubo un importante acercamiento entre los ejecutivos de la federación norteamericana de soccer y directivos del fútbol mexicano. Sí, desde luego el partido México-Estados Unidos del domingo estuvo en la agenda y también el cabildeo conjunto que está haciendo la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Futbol (CONCACAF) para que en América del Norte se tenga el Mundial de 2026.
Sin embargo, el reciente conflicto que en Medio Oriente tiene a Qatar —sede del Mundial de 2022— con un bloqueo económico, terrestre, naval, aéreo y diplomático está abriendo la posibilidad de que pueda no ser el país anfitrión del Mundial de 2022, con lo que la FIFA tendría que nombrar una sede alterna y la única que estaría lista para este año con estadios con la capacidad requerida por la FIFA, sería la que integran Canadá, Estados Unidos y México. Así que la posibilidad de que se nos adelante el Mundial está ya siendo tema en las discusiones de los máximos directivos del balompié en Estados Unidos y México. Y aunque la FIFA ha guardado silencio, está estudiando alternativas y tiempos.
Un tema similar ya sucedió en 1983, cuando la FIFA tuvo que nombrar una sede alterna por los problemas económicos y de guerrilla que atravesaba Colombia. Así, con menos de tres años de antelación se cambió la sede de Colombia a México y logramos obtener el Mundial de 1986, el segundo que organizó México luego del de 1970.
Ahora que Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto han cortado todo vínculo económico y diplomático con Qatar, este emirato lleva ya una semana completamente aislado, casi incomunicado y con problemas para hacerse hasta de alimentos. De hecho, el acérrimo enemigo de Arabia Saudita (y ahora de Trump), la República de Irán, ha tenido que entrar al rescate de Qatar al establecer un puente aéreo para proveerle de 100 toneladas diarias de comida, por lo que la intervención iraní complica aún más la geopolítica regional.
Y, por si todo el bloqueo ya impuesto no fuera lo suficientemente grave, la semana entrante todos los ciudadanos qataríes que residen en Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Bahréin deben abandonar estos países. Al día de hoy, la cola de vehículos para regresar a Qatar es de varios kilómetros. Si no hay una extensión de plazo, miles de familias y empleados qataríes estarán atravesando por un serio problema económico, familiar y hasta humanitario en lo próximo. Esto será un detonante más que obligará a la FIFA a evaluar el caso del Mundial de Qatar y tomar una decisión.
En Canadá, Estados Unidos y México hay estadios con las capacidades que actualmente la FIFA requiere (de hecho, México tiene cuatro estadios certificados con capacidad para más de 50 mil espectadores: el Azteca, el Olímpico Universitario, el BBVA Bancomer —Monterrey— y el Jalisco) y con rutas de comunicación terrestre y área más que desarrolladas. Así, Estados Unidos que perdió ante Qatar el Mundial de 2022 parece que estaría por tomar su revancha y México y Canadá, al ser ambos parte de la CONCACAF, podrían ser los ganones y no tener que esperar al concurso del Mundial para 2026, sino lograr por suplencia el de 2022.
Ahora bien, la federación americana de soccer tendría que lograr que el gobierno norteamericano garantice libertad de tránsito a todos los equipos de fútbol y sus delegaciones participantes en el torneo de 2022 (pensando fuera en EU), algo que con las restricciones migratorias que se han puesto a algunos países musulmanes, podría parecer complicado.
Aún es temprano para que la FIFA tome una decisión, pero dado que el status del boicot actual a Qatar está haciendo que muchos inversionistas replanteen sus inversiones, la propia infraestructura para el Mundial de 2022 está en riesgo de no concretarse a tiempo. Así que, a falta de una solución entre los países árabes, parece que este verano se decidirá la suerte del Mundial de 2022 y a México le podría, literalmente, “caer” su tercer mundial, algo que ningún otro país ha logrado.
Cambiando de tema: Inusual conferencia de prensa dio el viernes pasado Andrés Manuel López Obrador en su calidad de presidente de Morena. Al final de la rueda de prensa lanzó tremendo dardo contra el ingeniero Carlos Slim, acusándolo de que su telefónica (Telcel) y su sistema informativo (UnoTV) tenían dos meses llevando información en su contra, sobre todo en la elección del Estado de México e incluso en días de “veda” electoral, haciendo referencia al mensaje que se mandó a millones de celulares señalando “al hijo de AMLO” como artífice para justificar financiamiento a Morena vía una empresa.
El tema es interesante en dos vertientes: i) el enfrentamiento AMLO-Slim, algo de lo que antes no se tenía noticia. Más bien al contrario; y, ii) el hecho de que estas operaciones electorales-mediáticas se den en el contexto de importantes decisiones regulatorias por venir para Telcel/Telmex (la validez de tarifa de interconexión, la búsqueda de una concesión única – luego de la adquisición de espectro en la banda de 2.5 GHz a MVS- y hasta su solicitud para tener TV de paga).
Por el contexto politizado y los señalamientos en lo atípico de la cobertura mediática, estas decisiones podrían poner en entredicho la independencia de los organismos encargados de regular las telecomunicaciones en México. Así, toda la industria está atenta a lo que suceda en estos días en varios de los pilares más importantes de la Reforma de Telecomunicaciones de 2013-14. De esto, en buena medida dependen en México inversiones adicionales de AT&T, la permanencia de Telefónica y el crecimiento de las empresas nacionales de telecomunicaciones (como Izzi, Megacable, Alestra/Axtel o Totalplay). Ya no se diga de la llegada de nuevos operadores como Verizon o Sprint, quienes están coqueteando con venir a México.