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La semana pasada el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, se reunió con las cabezas de las empresas tecnológicas más importantes del mundo, agrupadas en Silicon Valley. Sólo faltó Mark Zuckerberg, fundador de Facebook.
La reunión que tenía por objeto que Trump encontrara puntos de acuerdo con el emporio corporativo de las telecomunicaciones, contó con la presencia de los directores ejecutivos, presidentes e incluso fundadores de empresas como Apple, Oracle, IBM, Google, Microsoft, Amazon, SpaceX y Tesla. Por parte de Facebook asistió la directora operativa.
Para muchos analistas, la ausencia de Zuckerberg se encuentra relacionada con la polémica en la que estuvo envuelta Facebook durante y después de la campaña electoral, en el sentido de que su plataforma social fue permisiva e incluso irresponsable ante la circulación de noticias falsas, muchas de las cuales atacaron y crearon todo tipo de “complots” en torno a Hillary Clinton. Y es que a las “noticias falsas” les fue mejor en Facebook y generaron más participación que las principales noticias de los medios más importantes como The New York Times, Washington Post, The Huffington Post, NBC News y otros.
Las 20 noticias de mejor desempeño de sitios falsos y blogs hiperpartidarios generaron 8.7 millones de acciones en Facebook (entre las noticias falsas más compartidas estaban que el papa Francisco apoyaba a Trump, así como que los Clinton apoyaban una red pedófila que operaba desde una pizzería en Washington), superando las 7.3 millones de acciones (engagements) que generaron las 20 noticias más populares de los sitios de noticias reales más importantes.
Por esto, Facebook anunció, también la semana pasada, medidas para informar a sus usuarios respecto de las “noticias falsas”, mismas que no serán bloqueadas, pero sí serán señaladas/editadas como en situación de duda por un equipo de periodistas. Con lo que en la era que se ha llamado la “posverdad”, Facebook estará asumiendo una nueva responsabilidad y regresará a periodistas para avalar lo publicado en redes sociales.
El nuevo esquema se pondrá en marcha si un número relevante de usuarios empiezan por denunciar determinado artículo, entonces Facebook lo remitirá a una red de organizaciones periodísticas (The Associated Press, ABC News, FactCheck.org, PolitiFact y Snopes), las cuales verificarán el contenido y en caso de ser falso, harán los señalamientos respectivos.
Sin duda, Facebook se encuentra en una situación compleja, toda vez que por un lado está el alto impacto que tienen las noticias falsas, y por el otro, está el permitir que todos sus usuarios se expresen con libertad, aunque ahora con una posible editorialización periodística. Habrá que estar atentos a cómo funcionará y qué hacen otras plataformas sociales como Twitter.
Por lo pronto, hay que señalar que ha iniciado una era de noviazgo entre Trump y las empresas de telecomunicaciones. Las acciones de éstas se han disparado, incluso más que el índice del Dow Jones, mismo que reporta sobre acciones tecnológicas. La acción de AT&T, cuestionada por su fusión con Time Warner, ha subido un 12% después de la elección. Al parecer el equipo de Trump ya empieza a ver con buenos ojos dicha fusión, pero también el hecho de que el equipo de Trump estará des-regulando las telecomunicaciones y el Internet, a la par de la renuncia que ya presentó el presidente del regulador norteamericano de las telecomunicaciones, Tom Wheeler —quien había sido nombrado por Barack Obama—, está haciendo que suban las acciones de todas las empresas de telecomunicaciones, como en los casos de Comcast y Verizon también.
En cambio, las acciones de grupos de televisión como CNN o hasta Fox, que han tenido conflictos editoriales con Trump no han crecido al mismo paso que las empresas de telecomunicaciones e incluso han estado por debajo del crecimiento de 9% que ha tenido el Dow Jones. Peor aún, empresas como Viacom y Netflix, no sólo no crecieron, sino que sufrieron una caída. Aunque no se esperan cambios regulatorios, el ánimo presidencial parece afectarlas en sus posiciones bursátiles.
De hecho, lo que parece que vendrá en Estados Unidos será una desregulación desde cómo se regula a las grandes empresas, pasando por la desarticulación de las pocas reglas que hay respecto al Internet (net neutrality), con lo que las grandes empresas y sus accionistas parecen estar felices.
¿Qué sigue para México?
Para México, el futuro parece ser de la burocracia queriendo interferir más y más en las comunicaciones.
No sólo somos el tercer lugar más peligroso para ejercer el periodismo en el mundo, después de Iraq y Siria, según el balance anual que publicó la semana pasada la organización Campaña Emblema de Prensa (PEC), sino también las autoridades y partidos de este país están llegando a excesos regulatorios impensables: desde Morena y el PRD que trataron que la Ley de Réplica aplicara a notas veraces nada más porque se sentían agraviados (idea que tuvo alguna simpatía de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, aunque finalmente una mayoría de ministros —pro libertad de expresión— decidió reencausar el tema bajo la batuta del ministro Javier Laynez), hasta la perla que nos dio el Instituto Nacional Electoral, donde de regular a los partidos políticos —que es un sofisma— decidió regular el contenido de Internet. Afortunadamente, y por unanimidad, no se lo permitió el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal.
A esto también contribuyeron la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y la Secretaría de Economía, quienes la semana pasada trataron de cambiar la Ley de Protección al Consumidor para darle “más dientes a la Profeco” y se les ocurrió que esta dependencia fije multas, las cobre y se las quede. Así de creativos contra el empresariado.
Esperemos que las ocurrencias que arriba se mencionan sean actos aislados y no una estrategia para regular a los medios de comunicación, al empresariado y hasta a los contenidos en Internet de cara a las elecciones, tan relevantes, de 2017 y 2018. Pronto lo sabremos.
@JTejado