Este año y el pasado las autoridades de la SHCP y del Banco de México han señalado que la baja en inflación se debe en parte a las reducciones de precio que han surgido en el sector telecomunicaciones y su impacto en el grueso de la economía nacional. Según sus datos, los precios de los servicios de telecomunicaciones se redujeron en 2015 un 14.5% (los precios de telefonía tuvieron reducciones importantes en sus vertientes de larga distancia, móvil y fija, mientras que la TV restringida y el Internet subieron sus precios, pero por debajo de la inflación, cuya tasa se ubicó en 2.13% anual).
Estos logros se desprenden de la reforma en telecomunicaciones de 2014 pues: a) se prohibió, desde la ley, el cobro de la larga distancia nacional; b) se establecieron plazos de vigencia más largos en los saldos en pre-pago; c) se eliminó la práctica de diferencia tarifaria (el famosos “efecto Club”); y, d), se estableció que quien tuviera nivel de preponderancia no podría cobrar a sus competidores por la interconexión entre redes telefónicas.
Así, en una gran medida la baja en los precios en el sector telecomunicaciones se debe a la labor del Congreso y del Presidente de la República, al haber puesto estas reglas en ley. Hoy por hoy, estas medidas son presumidas a nivel internacional y, lo más importante, ayudan a millones de personas a aligerar en su bolsillo el complicado entorno económico de los últimos meses. ¿Qué sigue?
Ahora hace falta que las medidas dictadas desde el Congreso —y que dieron un “golpe” a los precios de las telecomunicaciones— tengan seguimiento regulatorio por parte del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). Y es que este impulso positivo podría erosionarse muy pronto si las medidas adoptadas para promover una verdadera competencia efectiva no dan los resultados esperados.
Lejos de tener un escenario optimista, operadores como Telefónica y AT&T están en un período de reflexión ante el panorama que se presenta para el sector.
Telefónica argumenta afectaciones por las decisiones que ha tomado el IFT en materia de interconexión, pues la ha obligado a reducir de manera drástica lo que cobra por el tráfico que termina en su red, lo que le ha provocado un escenario hacia adelante muy distinto del que esperaba financieramente, tan es así que prácticamente ha detenido sus inversiones en México y ha trascendido que no participará en licitaciones de espectro.
Por su parte, AT&T —que está en proceso de fusionar las marcas de Iusacell y Nextel— aún no logra ver un verdadero cambio en la tendencia del mercado mexicano a pesar de lo que significó su entrada a éste.
En el caso de las tarifas de interconexión que pueden cobrar los operadores distintos a América Móvil, el IFT ha venido adoptando decisiones que pareciera que tienen por objeto eliminar la asimetría que el Congreso estableció en la ley.
Por otro lado, está la gran incertidumbre alrededor del proyecto de la red compartida, que bajo el entorno económico mundial actual y el esperado para los próximos años, enfrenta condiciones cada vez más complicadas para lograr despegar con éxito.
Este escenario tendría un fuerte impacto sobre el sector, pues un recurso muy valioso para impulsar el acceso a la banda ancha, como es la banda de 700 MHz, quedaría atrapado por años sin poder ser usado plenamente para ofrecer servicios a la gente.
Por lo anterior, muy rápidamente podría cambiar la suerte del sector telecomunicaciones y dejar de ser una referencia de bajada significativa de las tarifas de los servicios, para convertirse en referencia de cómo se atoró una reforma de la que se esperaban grandes resultados.
Ante esta prospectiva, resulta imperativo que la autoridad reguladora actúe con el máximo rigor al momento de analizar lo que está ocurriendo en el sector.
Es fácil llegar a conclusiones erróneas cuando se parte de análisis hechos sin profundidad, como algunos que ha publicado el IFT. Esto viene a colación a propósito del estudio sobre los MVNOs, al que me referí la semana pasada, y a un comunicado que difundió ayer el mismo regulador en el que explica los factores que dieron lugar a la importante disminución en las tarifas de los servicios de telecomunicaciones en el 2015.
En el caso de los operadores virtuales (MVNOs) llama la atención —y preocupa— que el IFT crea que un segmento que apenas representa el 0.4% del total de usuarios de servicios móviles, cuyas tarifas han llegado a estar incluso por encima de las que ofrecen los operadores tradicionales, sea uno de los factores que expliquen la dinámica tarifaria del 2015, como lo presenta en el comunicado 4/2016.
Estamos en la etapa en la que los frutos inmediatos de la reforma ya se cosecharon. Sigue la etapa en la que el éxito de la reforma depende del rigor con el que actúe el regulador, quien debe renunciar a la tentación política de festejar resultados que no necesariamente puedan sostenerse en el mediano plazo y quien debe identificar cuáles de sus decisiones han dado logros macroeconómicos y cuáles son logros del Congreso.
La numeralia que comparten la mayoría de los operadores apunta a que la estructura de mercado sigue siendo igual a la que existía previo a la reforma.
De ser esto cierto, las bajas en precios en el sector telecomunicaciones habrían llegado a su fin y, si no hay más competencia, podrían subir en los siguientes años. Ante esto, es importante que en el IFT no permee una especie de ‘ceguera de taller’ que le impida darse cuenta que la estructura de mercado casi no ha cambiado.
Cambiando de tema… Hay quienes desde el INE pretenden festejar el que la Ciudad de México sea el estado número 32 “regalándonos” millones de spots partidistas este 2016.
*Twitter: @JTejado