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“¿A dónde me llevan?”, preguntó El Chapo antes de abordar el helicóptero que iba a trasladarlo al aeropuerto de la Ciudad de México. Se mostraba asustado y consternado. No le respondieron. El Chapo buscó la respuesta durante un instante en los rostros de los funcionarios federales que lo escoltaban, pero no la obtuvo.
Cuando se le hizo subir a la aeronave se mostró excitado. “Creo que pensó que íbamos a llevarlo a Estados Unidos”, relata el comisionado nacional de Seguridad, Renato Sales Heredia.
Era poco antes de las once de la noche del viernes 6 de mayo. El Chapo leía un libro de autoayuda y motivación: El caballero de la armadura oxidada, de Robert Fisher. Según Wikipedia, el volumen narra la historia de “un caballero egocéntrico que no consigue comprender y valorar con profundidad lo que tiene, es descuidado sin querer con las cosas y las personas que lo rodean. De esta forma se va encerrando poco a poco dentro de su armadura, hasta que ésta deja de brillar y se oxida…”.
En ese momento llegaron a su celda misma, además de Sales Heredia, el comisionado general de la Policía Federal, Enrique Galindo; el comisionado de Protección Federal, Alfonso Ramón Bagur, y el comisionado del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación social, Eduardo Guerrero. Por el carácter de alto riesgo del traslado, a los funcionarios los apoyaba un cuerpo de élite de la Policía Federal y la Secretaría de la Defensa.
Los objetos personales de Guzmán Loera (entre éstos, un paquete de correspondencia) fueron recogidos por personal de la CNS.
Veinte minutos después de que su lectura fuera interrumpida, El Chapo bajó del helicóptero y abordó el mini jet que lo condujo al aeropuerto internacional Abraham González, de Ciudad Juárez, Chihuahua. Ahora mostraba un poco de desesperación y enojo. Lo sentaron en la parte trasera de la nave, rodeado de guardias que tenían prohibido hablar con él. A lo largo del vuelo, sin embargo, El Chapo sólo abrió la boca una vez, para pedir agua.
Cien agentes federales habían llegado ese día a la frontera. En coordinación con efectivos militares, establecieron retenes en autopistas y blindaron el Cefereso. Los filtros de seguridad abarcaron un radio de cinco kilómetros.
De acuerdo con la prensa local, El Chapo llegó a Juárez esposado de pies y manos. Una aeronave de la Policía Federal lo trasladó al penal, ubicado en un paraje desértico a la altura del kilómetro 33 de la carretera Panamericana.
En ese penal se encuentra un lugarteniente de El Chapo: El Cholo Palacios. Están también cinco hombres que fueron detenidos con él en Los Mochis, según los diarios locales. El Diagnóstico de Supervisión Penitenciaria 2015 otorgó al Cefereso No. 9 la calificación más baja entre los penales federales: 6.63. Los principales problemas del centro, según el diagnóstico: sobrepoblación (49.79%), hacinamiento, deficiencia en los servicios destinados a garantizar una estancia digna.
En el centro de readaptación al que llegó El Chapo hay internos que provienen de La Línea, Gente Nueva, los Caballeros Templarios, los Aztecas, los Mexicles y los Artistas Asesinos. También, de los cárteles de Sinaloa y el Golfo. Los Mexicles, organización integrada por ex reos deportados de Estados Unidos, es uno de los brazos armados del cártel del Chapo.
Se ha recordado la fuga escandalosa que sucedió en el Cefereso en marzo de 2014, y en la que cinco reos de La Línea saltaron una barda con ayuda de ganchos y cuerdas. El director y cuatro custodios fueron detenidos, aunque una semana más tarde se les liberó por falta de pruebas.
El Cefereso cuenta con un pabellón para internos de alto riesgo, que según el comisionado Sales fue revisado escrupulosamente en las semanas anteriores al traslado. La CNS no ha descuidado ningún detalle, declaró (en el tiempo en que se fugaron los miembros de La Línea, se reveló que el personal carecía de radios de comunicación y que las cámaras de vigilancia no funcionaban).
A ese penal llega El Chapo en un traslado determinado por el programa de rotación de internos de alto riesgo, el mismo que hace unos meses determinó el traslado de 200 reos de Topo Chico a diversos centros penitenciarios del país.
Se cree que El Chapo permanecerá en el Cefereso No. 9 hasta que se resuelva su proceso de extradición, el cual podría alargarse hasta 2017. Tiempo de sobra para leer y releer las 108 páginas de El caballero de la armadura oxidada. Si no ocurre otra cosa.
@hdemauleon
demauleon@hotmail.com