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Llevaba 182 días prófugo. Se le vio por última vez en la Casa Club de Golf Xalapa. Jugaba un partido con absoluta tranquilidad. Al día siguiente desapareció.
El 11 de octubre Javier Duarte se había reunido con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Según su versión, Osorio le dijo al mandatario estatal “que era muy difícil trabajar con alguien tan cuestionado” (se hablaba de desvíos de miles de millones). Duarte habría respondido que estaba dispuesto a solicitar licencia para separarse del cargo y enfrentar a la justicia.
Entrevistado en el noticiero de Carlos Loret, se hizo pública esa decisión. El 12 de octubre Duarte escribió en Twitter: “Veracruz requiere un gobernador de tiempo completo, lo he sido más de cinco años 10 meses; es tiempo de encarar con la verdad falsas acusaciones”.
Ese mismo día felicitó a Flavino Ríos por su designación como gobernador interino, “sabedor de su alta capacidad”. Luego, en un helicóptero facilitado por Flavino, huyó del estado. El nuevo gobernador le había pedido “a la gente del aeropuerto” que “le dieran las atenciones de un gobernador”.
El rastro de Duarte se perdió misteriosamente a partir de entonces. Las circunstancias que rodearon la fuga parecían indicar que lo habían dejado huir. El 19 de octubre Osorio Chong intentó atajar los rumores. Dijo que las autoridades no podían detener a nadie antes de que se liberara una orden de aprehensión, y que al momento de la huida ésta no existía.
La declaración del secretario no hizo sino agravar las sospechas: no podían detener a Duarte, cierto. Pero sí podían ponerlo bajo vigilancia. Durante las 24 horas del día. No lo hicieron.
El 10 de noviembre de 2016 la Policía Federal detuvo en el aeropuerto internacional de Tapachula a un hombre que portaba 7 mil dólares y dos pasaportes falsos: Mario Medina Garzón. Los pasaportes estaban a nombre de Alex Huerta del Valle y Gabriela Ponce Arriaga, pero contenían las fotos de Duarte y su esposa, Karime Macías.
Medina Garzón dijo que “un tío” le había enviado a entregar los pasaportes en la frontera entre Chiapas y Guatemala. Señaló algunas propiedades en Tapachula y Ciudad Hidalgo, en las que Duarte se habría escondido.
Pero sobre todo, según fuentes allegadas a la investigación, Medina Garzón le abrió a la Agencia de Investigación Criminal dos pistas sobre el paradero de Javier Duarte. La primera señalaba que el ex mandatario se había hospedado en el hotel Tucán Dugú, en Livingston, Guatemala; la segunda, que luego se había desplazado a zonas residenciales de AltoValle y la Antigua, en donde le habían proporcionado “algunos inmuebles”.
La detención de Medina Garzón (quien luego fue dejado en libertad) permitió también a las autoridades llegar al círculo que asesoraba y preparaba la fuga de Duarte. Antes de que él pidiera licencia, los miembros de este círculo realizaron viajes a El Salvador, Costa Rica y Guatemala para tratar de ubicar zonas que convinieran como resguardo.
Este círculo había puesto en manos de Medina los pasaportes falsos. Este mismo círculo está siendo investigado, según afirmó ayer en conferencia de prensa el director de la Agencia Criminal de Investigación, Omar García Harfuch.
Ha circulado la noticia de que fue un concuño, sorprendido el viernes pasado en el aeropuerto de Toluca —tanto con los hijos de Duarte como con varios miles de euros dentro del equipaje—, quien condujo a autoridades mexicanas y guatemaltecas hasta el sitio en donde se refugiaba el veracruzano: el hotel Riviera de Atitlán, ubicado en la Bahía de San Buenaventura.
En realidad, cuando esto ocurrió, García Harfuch se hallaba ya en Guatemala. Había llegado el jueves pasado, en cuanto se supo que Duarte estaba en apartamento 505 del hotel (el cual, según la reportera guatemalteca Michelle Mendoza, fue adquirido hace apenas cinco meses).
Duarte y su esposa se habían dejado ver, almorzando, en el restaurante del lugar. Miles de turistas visitan la bahía en Semana Santa. La pareja confiaba en pasar inadvertida. Esa mañana, Duarte vestía la camisa y el chaleco con el que apareció luego en las fotos de su detención. Su esposa lucía un chaleco verde, una blusa blanca y unos jeans.
Los agentes que realizaron el operativo de vigilancia dicen que “se les veía contentos”. Karime Macías fue vista más tarde bebiendo agua en el balcón de la habitación.
Hay dos versiones sobre la captura. Una, ofrecida por el subdirector de Investigación Criminal de Guatemala, indica que Duarte salió de su habitación hacia las ocho de la noche para “pedir algún licor”. En ese momento lo abordaron la Interpol y la Policía Nacional Civil.
La otra, del subjefe de Interpol en Guatemala, indica que llamaron a Duarte a su habitación para decirle que había sido localizado y pedirle que se entregara.
Agentes que tomaron parte en el operativo dicen que el ex gobernador parecía “perturbado”. Unas veces sonreía, otras se mostraba soberbio, y otras de mal humor.
Ocurrió la anhelada detención. La telenovela apenas comienza.