El 26 de noviembre de 2014 un grupo armado de la organización delictiva conocida como Los Ardillos se llevó a cinco personas que almorzaban en la comunidad del Jagüey, en Chilapa, Guerrero.
Entre los desaparecidos figuraban un empresario constructor, dos arquitectos y dos comerciantes, los hermanos Hugo y Alex Díaz Navarro. Todos eran familiares.
Campesinos y vecinos de la localidad vieron pasar a los levantados —se los llevaron en su propio vehículo, una Toyota modelo Tundra— por los poblados de San Ángel, Xiloxuchican y Colotlipa. La Toyota se internó, finalmente, en Quechultenango, Guerrero.
Quechultenango se halla en poder del grupo criminal conocido como Los Ardillos. Lo dirige Antonio Ortega Jiménez, hermano del ex presidente perredista de la Comisión Legislativa del Congreso de Guerrero, Bernardo Ortega Jiménez, dirigente, al interior del PRD, de la corriente Movimiento Alternativo Social, MAS.
El constructor y los arquitectos desaparecidos llevaban a cabo un proyecto del programa Escuelas de Calidad, realizado por el gobierno federal. Tenían en su poder planos arquitectónicos e instrumentos topográficos. Los comerciantes llevaban 80 mil pesos que, según sus familiares, provenían de la venta de una camioneta.
Sus cadáveres aparecieron el 28 de noviembre en el crucero de Tecoyutla, en el municipio de Chilapa. Estaban torturados, quemados, decapitados.
Los familiares de las víctimas, que siguieron el rastro del vehículo a través del GPS, sostienen que la unidad estuvo estacionada a un costado del Ayuntamiento, a cargo entonces del perredista Alberto Rodríguez.
José Díaz Navarro, hermano de los comerciantes desaparecidos y hoy vocero del colectivo Siempre Vivos, denunció los acontecimientos ante las autoridades estatales y federales. No le hicieron mucho caso, dice, porque acababa de estallar el caso Ayotzinapa y la atención tanto del gobierno como de los medios solo se centraba en éste.
No era la primera tragedia de este tipo, ni sería la última. El colectivo Siempre Vivos ha documentado 130 desapariciones en Chilapa de 2012 a la fecha.
El asesinato de aquellas seis personas era un capítulo más de la guerra que Los Ardillos habían declarado a Los Rojos para apoderarse de Chilapa, la puerta por la que baja la droga cosechada en la sierra.
En el periodo 2012-2015 el municipio de Chilapa estuvo gobernado por el priísta Francisco Javier García González. Durante su gestión Los Rojos se afianzaron en la zona. El líder del grupo: Zenén Nava Sánchez, alias El Chaparro.
Nava Sánchez era un vendedor de cueros de vaca. Su parentesco con un lugarteniente del capo Arturo Beltrán Leyva, Jesús Nava Romero, El Rojo —responsable de la decapitación de nueve militares en Chilpancingo en 2008, y quien murió al lado de Beltrán en el edificio Altitude, de Cuernavaca—, le permitió el acceso a la delincuencia organizada.
Tras el abatimiento de El Rojo, que lideraba la banda de sicarios de Beltrán, conocida precisamente como Los Rojos, Nava Sánchez se quedó con parte de la estructura de su tío. Durante la gestión de Francisco Javier García González se desató en Chilapa una brutal andanada de extorsiones y secuestros.
La cosas llegaron a tal punto que en junio de 2014 unos 300 campesinos se armaron e irrumpieron en Chilapa para exigir la liberación de 30 personas que Zenén había secuestrado. El “plantón” de los comuneros duró cinco días, hasta que el jefe criminal se comunicó vía telefónica con ellos y prometió entregarles, no a las 30 personas secuestradas, porque ya las había matado, pero sí sus cadáveres.
Siete días después le entregó al comisario ejidal de Xiloxuchican la ubicación del sitio donde podría encontrar los primeros cuerpos. Entre ellos estaba un estudiante de Artes Visuales.
El crimen que aquellas personas habían cometido era conocer o ser familiares de un ex policía que lo había traicionado: Constantino Chino García.
Hace un año, militares y fuerzas federales llevaron a cabo el “Operativo Chilapa”. Detectaron a Zenén Nava Sánchez en una vivienda ubicada al norte de la ciudad. El enfrentamiento duró dos horas. Nava Sánchez escapó.
En Chilapa hubo cambio de gobierno en 2015. El alcalde es ahora el priísta Jesús Parra García. Por lo demás, nada cambió: Nava Sánchez sigue siendo el “jefe de plaza”. La PGR lo incluyó entre los 13 objetivos prioritarios de Guerrero y Morelos, pero nadie lo encuentra.
Aunque en Chilapa dicen que cualquiera sabe dónde encontrarlo.
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