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Luis Videgaray, secretario de Relaciones Exteriores, fue quien puso la propuesta sobre la mesa: Joaquín El Chapo Guzmán le debía ser entregado al gobierno de Barack Obama y no al de Donald Trump.
El razonamiento era simple. Trump no había dado muestras de estar particularmente interesado en El Chapo. Si el jefe del Cártel de Sinaloa era extraditado a los Estados Unidos después del 20 de enero, Trump lo tomaría como un triunfo de su gobierno y exhibiría su cabeza sin dar a México nada a cambio.
Era más inteligente entregárselo a Obama. La extradición de El Chapo había sido una exigencia constante de su administración. Un funcionario del gobierno mexicano que participó en la toma de esa decisión dice que, para Obama, Joaquín Guzmán Loera se había convertido “en un tema personal”.
“El Chapo le importaba mucho”, afirma.
Videgaray le dijo al Presidente que entregar a El Chapo como un reconocimiento tanto a la administración de Obama como al equipo saliente, ayudaría al gobierno de México a hacerse de un poderoso aliado para los próximos años, en un contexto de hostilidad declarada hacia el país por parte del nuevo inquilino de la Casa Blanca.
La entrega de El Chapo podría darle a México un aliado importante en unos años sombríos.
En enero del año pasado, en una sesión del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, Enrique Peña Nieto afirmó que la Procuraduría General de la República, PGR, tenía instrucciones “de acelerar su trabajo para lograr lo más pronto posible la extradición de este delincuente de alta peligrosidad”.
Peña Nieto informó que México y Estados Unidos habían iniciado conversaciones para lograr el envío del que fuera el narcotraficante más buscado del mundo, “reclamado por Washington por el comercio de cocaína, metanfetaminas y heroína”.
La extradición del capo se discutió días más tarde en Miami, en una reunión a la que asistieron la entonces procuradora Arely Gómez y varios representantes de la justicia estadounidense. La exigencia fue: “Queremos a El Chapo lo más pronto posible”.
A medida que el gobierno de Obama se acercaba a su fin, el nivel de insistencia subió. Aunque jueces federales habían abierto la puerta para que El Chapo fuera extraditado —la solicitud de Estados Unidos, declaró uno de ellos, “satisfizo los requisitos del Tratado de Extradición entre México y Estados Unidos”—, el proceso se fue atorando a consecuencia de dos recursos de amparo interpuestos por la defensa del narcotraficante.
De ese modo se fueron los últimos meses de 2016.
Según el funcionario consultado por el columnista, la decisión se tomó a última hora. El gobierno “pidió” a la Suprema Corte “que apretara el paso”.
Lo demás está en el video que se filtró a los medios. El Chapo está recostado en su celda. Se cubre los ojos con un antifaz. Se halla tapado con una cobija. A su lado hay un pequeño escritorio repleto de documentos —y varios rollos de papel higiénico. Tres pares de zapatos descansan junto a la cama. Es el 18 de enero de 2017.
Desde su llegada al penal de máxima seguridad de Ciudad Juárez, se ha prohibido a los custodios que hablen con él. Uno de ellos se atrevió a romper dicha prohibición y fue despedido sin miramientos.
Ahora, sin embargo, un custodio lo llama y habla brevemente con él. En el video no hay sonido, pero la reacción del narcotraficante lo dice todo: acaban de comunicarle que será llevado a los Estados Unidos para ser juzgado.
Desde 1993, año en que su nombre se dio a conocer a nivel nacional tras el asesinato en Guadalajara del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, la sombra de la extradición lo ha perseguido.
El Chapo huyó de dos prisiones para huir, en realidad, de la extradición. Su mayor pavor fueron desde entonces las prisiones estadounidenses: la imposibilidad de comprar, amenazar, corromper.
El Chapo toma las cobijas y hace el intento de tender la cama. Luego, con las manos en los bolsillos, mira a la cámara de vigilancia que hay en su celda.
Se le ve confuso, inquieto, rebasado.
Así aparece en la última foto que le toman en México, al momento de abordar una aeronave de la Fuerza Aérea Mexicana, convertido en un regalo de despedida de un gobierno a otro.
@hdemauleon
demauleon@hotmail.com