En noviembre de 2015, la doctora Mónica Madrigal de la Campa interpuso una denuncia en un módulo de recepción exprés de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México. Habían ingresado a las oficinas de su empresa, Medicina Preventiva del Transporte, en el municipio de Naucalpan, y además de robar dos computadoras, habían roto la chapa de su escritorio para extraer un disco duro que guardaba en ese sitio.

La doctora Madrigal asentó en su declaración que el disco contenía “información confidencial” de su compañía. Medicina Preventiva del Transporte, según su página de internet, es una empresa autorizada por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, SCT, para practicar exámenes psicofísicos y expedir constancias de aptitud a los interesados en obtener una licencia federal para “la operación, conducción o auxilio de los diversos modos de transporte del servicio público federal, servicios conexos del servicio público federal y establecidos en las vías generales de comunicación”.

Resultó ser un excelente negocio. En poco tiempo la empresa abrió un call center para agendar citas, y tres sucursales en las que se realizaban los estudios —una en Guadalajara, otra en Toluca y una más en la Ciudad de México.

La doctora señaló que levantaba la denuncia “por el mal uso que le puedan dar a la información que haya en las computadoras y en los discos duros”. Se abrió la carpeta de investigación 483980830222715.

Ocho meses más tarde, la madre de la doctora detectó que afuera del domicilio de ésta se había estacionado un sedán blanco antiguo, y que al salir la doctora Madrigal el tripulante dijo algo por un radio y se arrancó. Eran las cuatro de la tarde del 7 de julio de 2016.

A las 17:30, el socio de Madrigal le pidió que lo acompañara al Oxxo de la esquina. Varios testigos dijeron después que enfrente del call center había dos hombres, uno de ellos vestido de mujer, con ropa de color rosa y una peluca negra, el otro con pants y tenis, que miraron fijamente a la pareja.

A las 18:25 el socio de la doctora se retiró. A las 18:45 ella salió de la oficina, en la que había estado trabajando con su madre.

En ese instante se oyeron tres tiros que venían de la escalera. La doctora gritó: “Ayúdame, mamacita”. El primer disparo se impactó en la pared. El segundo le dio en el pie derecho. El tercer entró por la cabeza (“heridas producidas por proyectil de arma de fuego penetrantes en el cráneo”, se lee en el certificado de defunción).

Los agresores, el hombre vestido de mujer con ropa color rosa y una peluca negra, y el sujeto con pants y tenis, no estaban interesados ni en el dinero ni en las joyas.

Sólo en la laptop que su víctima llevaba con ella. Se les vio salir corriendo del edificio, con ese objeto en las manos.

El peritaje determinó que la doctora Madrigal fue sorprendida en las escaleras y que los atacantes emplearon dos armas. Probablemente uno le tiró a los pies. El otro la alcanzó en el rellano del primer piso, mientras ella intentaba huir, y le disparó en la nuca.

La puerta principal del edificio tiene un seguro que puede ser liberado desde cada uno de los departamentos que lo integran. Pero ninguno de los vecinos recuerda haberlo liberado.

No se sabe qué información contenía la laptop. Por los últimos correos electrónicos que la doctora envió es posible determinar que estaba a punto de independizarse de su socio y abrir una nueva empresa. Se desconoce asimismo si el asesinato está conectado con el robo del disco duro en noviembre.

Sus familiares tienen claro que no se trató de un asalto. Saben que alrededor de la muerte de Mónica Madrigal hay algo que de momento se les escapa.

Por lo pronto, la respuesta de las autoridades del Estado de México es la previsible. Levantaron el cuerpo, extendieron el certificado de defunción, abrieron la carpeta de investigación correspondiente… y se fueron a levantar otro cuerpo, extender otro certificado y abrir otra carpeta.

La noticia ni siquiera llegó a los medios.

Al momento de su muerte, la doctora Madrigal tenía 45 años. Acaba de casarse por segunda ocasión en septiembre de 2015. No llegó a su primer aniversario de bodas.

Deja un niño de diez años y una joven de 22, en un estado en el que la regla es la impunidad, la falta absoluta de justicia.

@hdemauleon

demauleon@hotmail.com

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