Alan Pulido mandó al hospital a su secuestrador. Era la madrugada del domingo. Habían pasado cerca de 24 horas desde que cinco o seis hombres armados, y provistos de pasamontañas, secuestraran al delantero del Olympiacos en las inmediaciones del Parque los Troncones.
De acuerdo con la versión que Pulido entregó a elementos de las fuerzas federales y estatales que acudieron a su rescate, el futbolista se hallaba recluido en la parte alta de una casa ubicada en República de Costa Rica, colonia Ampliación Pedro Sosa, en Ciudad Victoria, Tamaulipas.
Varias casas de seguridad de Los Zetas han sido ubicadas en aquel sector de Ciudad Victoria. En diciembre de 2013, el Ejército liberó en este barrio a cinco personas que se hallaban secuestradas y logró capturar a seis miembros de una célula de Los Zetas.
Pulido relató que en un descuido de las dos personas que lo vigilaban logró desatarse y arremeter contra una de ellas, el veracruzano Daniel Hernández Morales, de 38 años. Echando mano de su condición física, Pulido logró desarmar al primero de los secuestradores (el único que estaba armado) y lo sometió a golpes, y con su propia arma.
El segundo secuestrador logró huir de la casa y cerró con llave por fuera. Pulido dijo que intentó salir por una ventana y rompió los cristales de un puñetazo (por eso apareció luego con la mano vendada), pero no lo consiguió. Volvió sobre el secuestrador, le quitó su teléfono y a punta de golpes logró que le revelara la ubicación del sitio donde se encontraban.
“Le puso una putiza”, relató a sus superiores uno de los agentes que participó en el operativo de rescate. Una imagen mostraría más tarde a Hernández Morales en una camilla, con la cara deshecha, escurriendo sangre.
Elementos de Fuerza Tamaulipas llegaron a la casa cuatro minutos después de que el jugador marcara al 066, y forzaron la puerta. Al ver el estado en que se hallaba el secuestrador, solicitaron los servicios de emergencia. Pulido lucía asustado. Más tarde se le vio agotado y triste.
El delantero había llegado a su tierra natal el mismo día en que ocurrió el secuestro. Un par de meses antes la prensa había celebrado que con un gol suyo el Olympiacos hubiera alcanzado su sexto título consecutivo. El futbolista visitó a su familia y cenó con ella. Al caer la noche, en compañía de Iliana, su novia, se reunió con un grupo de amigos en las palapas del Parque Recreativo Los Troncones, ubicado en la carretera interejidal.
Al salir de ahí, a la medianoche, fue detenido por encapuchados que viajaban a bordo de dos vehículos. Los secuestradores se llevaron el BMW del jugador (el cual abandonaron más adelante) y liberaron a Iliana minutos más tarde.
En el transcurso del domingo, los familiares de Pulido recibieron dos llamadas. Los secuestradores exigieron el pago de 6 millones de pesos.
Desde instancias federales se ordenó realizar en las inmediaciones de Ciudad Victoria una fuerte “presión operativa” a través del patrullaje de fuerzas armadas. Esto ocasionó la movilización de la Sedena, Fuerza Tamaulipas, la Policía Federal, la Coordinación General Antisecuestros y la Policía Ministerial.
No fue la “presión operativa”, sin embargo, la que logró el rescate del futbolista, sino su extraordinario valor y su condición de atleta.
Una manta aparecida en las horas posteriores al secuestro atribuyó los hechos al Cártel del Noreste, dirigido por Juan Francisco Treviño, alias Kiko Treviño —sobrino nada menos que del antiguo líder de Los Zetas, Miguel Ángel Treviño, El Z-40.
La manta indicaba que el plagio había sido cometido por un sujeto conocido como El Tiki-Tiki, quien había contado con apoyo de elementos de la policía estatal.
La Procuraduría General de Justicia de Tamaulipas informó que se ha logrado identificar a los cómplices de Hernández Morales.
Es probable que la historia, calificada de montaje electorero en las redes sociales (en lo personal no veo a qué candidato podría ayudar una víctima de secuestro que se liberó por sí sola) comience a aclararse en las próximas horas, a partir de lo que diga Hernández Morales, y a partir de lo cuente, ojalá que detalladamente, el propio Alan Pulido.
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