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Hace muchos años, cuando Vicente Fox acababa de llegar a la Presidencia y El Chapo Guzmán se había fugado del penal de Puente Grande, el comisario ejidal Abel Arizmendi Flores fue asesinado en el Kilómetro 30, un poblado de Guerrero que recibe ese nombre por hallarse precisamente a 30 kilómetros de Acapulco.
Arizmendi apareció dentro de una camioneta, al lado del cadáver de su hijo. Le habían sacado un ojo, le habían dado varios tiros en el pecho. A su hijo lo habían castrado.
Arizmendi manejaba desde los años 70 el paso de la droga en aquella localidad. El Kilómetro 30 es la entrada a Acapulco. Ahí se encuentra la desviación hacia Coyuca de Benítez y Zihuatanejo. De manera tradicional, el poblado ha sido el principal surtidor de droga de la región.
Según funcionarios especializados en el combate al narcotráfico, la última puerta del gran corredor del narcotráfico que va de la Ciudad de México al puerto de Acapulco quedó abierta tras aquel asesinato. Por esa puerta se metieron a Acapulco los hermanos Beltrán Levya, aliados entonces con El Chapo. Desde el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México hasta la costera Miguel Alemán, cada centímetro de esa ruta quedó en manos de Arturo, Alfredo y Héctor Beltrán.
La ruptura con El Chapo en 2008 y el abatimiento de Arturo Beltrán en 2009 sumergió esa zona en la espiral de violencia que conocemos, y que de entonces a la fecha no ha hecho sino aumentar. Cinco grupos criminales y una infinidad de organizaciones menores al servicio de estos cárteles —La Barredora, el Cártel Independiente de Acapulco, Los Rojos, Guerreros Unidos, etcétera— se despedazan mutuamente, mientras mantienen bajo fuego a la entidad.
Alejandro Magno Acevedo, líder del Cártel Independiente de Acapulco, CIDA, fue incluido en octubre de 2015 entre los 50 objetivos prioritarios de la Estrategia de Seguridad Guerrero. El capo fue detenido en el Estado de México pocos meses más tarde. Sólo se logró que los servicios de inteligencia del gobierno federal detectaran que la organización delictiva había quedado en manos de un hermano del capo: Irving Magno Acevedo, alias El 14, El Puma o El Pantera.
La rápida sustitución de nombres es hasta el momento el único resultado visible de la estrategia de descabezamiento.
En octubre de 2015 el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anunció una “nueva estrategia” de apoyo del gobierno federal al estado de Guerrero. Por instrucciones del presidente Enrique Peña Nieto, dijo, “ningún esfuerzo sería ignorado y ningún problema desatendido”.
Cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública indican que cuatro meses después —enero de 2016— Guerrero había pasado a ocupar el primer lugar nacional en homicidios dolosos, y ocupaba el segundo lugar nacional en secuestro, robo en carreteras y robo a bancos. Era también el tercer estado del país donde ocurrieron más robos de vehículos con violencia.
A nivel municipal, en el estado hay cifras que son de escándalo.
Durante los últimos doce meses, en Coyuca de Benítez se cometieron 65.38 homicidios por cada cien mil habitantes. En enero de 2016 la cifra se elevó a 111.99 homicidios por cada cien mil habitantes.
En Acapulco los homicidios dolosos pasaron de 66.99 a 109.80. En Atoyac se elevaron de 53.84 a 83.69. En Ometepec, de 49.28 a 81.04.
En Canuto A. Neri no hubo secuestros en los 12 meses anteriores a enero de 2016. Ese mes, sin embargo, se registraron 16.03 secuestros en el municipio.
Aunque el secuestro y la extorsión bajaron en poblaciones importantes, se dispararon en Pedro Ascensio Alquisiras, Teloloapan, Coyuca, Marquelia, San Luis Acatlán, Tlalchapa y Olinalá.
El Presidente admitió a principios de este año que Guerrero representaba un reto de seguridad en el país y ofreció revertir el escenario. Anunció que habría más presencia de fuerzas federales y prometió realizar reuniones del gabinete de seguridad con las autoridades locales por lo menos una vez al mes.
El horror no ha cedido. Por el contrario, repunta en amplias zonas.
El gobernador Astudillo reconoció hace un par de días que la violencia en Guerrero no se resolverá de un día para otro: “que decir que ya no habrá violencia en Guerrero es como pensar que el 24 de diciembre ya no se celebrará la Navidad”.
Doble contra sencillo que la respuesta será mandar más fuerzas federales y hacer más reuniones del gabinete de seguridad.
Nadie parece dispuesto a hacer otra cosa.
@hdemauleon
demauleon@hotmail.com