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En la investigación del caso Iguala, la primera mención sobre el basurero de Cocula vino de una llamada anónima. Esa llamada fue recibida en la PGR el 26 de octubre de 2014, a las 23:15, justo un mes de la desaparición de 43 alumnos de la normal rural de Ayotzinapa.
La constancia de recepción de esa llamada está consignada en la averiguación PGR/SEIDO/UEIDMS/818/2014 y contradice las dos versiones que el ex procurador Jesús Murillo Karam ha dado sobre la llegada de la PGR al basurero de Cocula.
La primera versión de Murillo, que procede de la conferencia de prensa del 7 de noviembre de 2014, señaló que habían sido las declaraciones de tres miembros de Guerreros Unidos lo que condujo a los investigadores al basurero.
Dichas declaraciones habían sido emitidas el 28 de octubre por Patricio Reyes Landa, Agustín García Reyes y Jonathan Osorio Cortés:
“Nos dicen, jálense al basurero, y es como yo y El Jimmy íbamos de avanzada y al llegar al basurero El Jimmy estacionó la camioneta y ambos empezamos a bajar a los estudiantes que traíamos atrás”, declaró García Reyes. “Llegamos entonces al punto del basurero, en la brecha que ya mencioné… serían como 22:15 o 22:30… entonces se hizo un solo montón humano, del lado izquierdo estaban los asfixiados y del lado derecho a los que se mató con un tiro en la cabeza”, declaró Jonathan Osorio.
La segunda versión de Murillo surgió durante una entrevista ofrecida a Excélsior un año más tarde. El ex procurador aseguró que fue uno de los padres quién pidió indagar si los estudiantes “pudiesen estar retenidos en una capilla del municipio de Cocula”. De acuerdo con la nueva versión, los investigadores fueron a Cocula, vieron que las patrullas estaban recién pintadas, comenzaron a indagar y de pronto un policía les dijo “que hasta dónde él sabía se habían llevado a los jóvenes a un basurero”.
La constancia ministerial contenida en el expediente indica que las dos versiones de Murillo podrían ser falsas.
La noche en que la llamada anónima fue recibida, una agente del ministerio público, adscrita a la Unidad Especializada en Investigación de Delitos en Materia de Secuestro de la SEIDO, dejó constancia de que al recibir la comunicación “se escuchó la voz de una persona del sexo masculino, de aproximadamente 45 años de edad, quien manifestó que por seguridad no proporcionaría datos de su identidad”.
Según la constancia ministerial, “el motivo de la llamada era para informar a esta autoridad” que los estudiantes “ya estaban muertos y que los restos los habían tirado en el lugar conocido como el basurero de Cocula, en el estado de Guerrero, el cual se encuentra ubicado a 10 kilómetros al suroeste de la cabecera municipal”.
El hombre, afirma el documento, “colgó de manera inmediata el auricular sin que esta autoridad ministerial pudiera hacer preguntas al respecto”.
A las 00:20 del 27 de octubre se notificó el hecho al agente del ministerio público Francisco Cuauhtémoc Mauriño Cubas, quien desde la desaparición de los estudiantes se hallaba comisionado en la ciudad de Iguala, y se le ordenó “descartar o verificar los hechos manifestados en la denuncia anónima”.
A las 6:45 del 27 de octubre, Mauriño Cubas solicitó, al titular de la Policía Federal Ministerial, el personal necesario para llevar a cabo la diligencia y pidió a Servicios Periciales que se designaran peritos en criminalística de campo, odontología forense, medicina forense, antropología, fotografía y video para que lo acompañaran al basurero de Cocula.
Ese mismo día, 27 de octubre de 2014, cerca de las 13 horas, fueron presentados ante la SEIDO los primeros detenidos por el caso Iguala.
Mientras revelaban, según una de las versiones de Murillo, la muerte de los estudiantes y la quema de sus cadáveres, en el basurero de Cocula había ya personal de la PGR. Habían llegado ahí por una denuncia anónima.
Y no, como diría el procurador, por las declaraciones de los detenidos.
@hdemauleon
demauleon@hotmail.com