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En el informe Perspectivas de la Economía Mundial (WEO, por sus siglas en inglés) del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicado en octubre del año en curso, se advierte sobre las dificultades por las que atraviesa la economía mundial para lograr avanzar en la recuperación del crecimiento, en particular debido a lo que califica como factores no económicos. Se sostiene que los riesgos están vinculados con las desavenencias políticas y las políticas aislacionistas (en cursivas en el informe WEO). Al respecto se destaca: “El voto a favor del Brexit y la campaña presidencial en Estados Unidos ponen de manifiesto el quebrantamiento del consenso en torno a los beneficios de la integración económica transfronteriza” (WEO, oct. 2016).
El FMI añade que un segundo riesgo es el estancamiento en las economías avanzadas. Pero también que se debe “despejar la concepción perniciosa de que las políticas son incapaces de estimular el crecimiento y de que los únicos beneficiados son quienes se encuentran en el extremo superior de la distribución del ingreso”. A la fecha, el quebrantamiento del consenso incluye el resultado de las elecciones en Estados Unidos con las propuestas del candidato ganador que objetan la relación construida en años recientes entre la economía de ese país y el resto del mundo. Lo mismo se critica las reglas que rigen el comercio con México y con China. Como también se llega a sostener que el calentamiento global del planeta no es un problema, en tanto no existe. En adelante será necesario examinar la política económica que proponga y desarrolle el gobierno de Estados Unidos. Al igual que lo será la que desarrolle el gobierno del Reino Unido. Ambos implican rupturas de diverso alcance y naturaleza con ciertas ideas a propósito de los denominados beneficios de la integración económica transfronteriza. Sin embargo, por el momento destacó el punto de vista del FMI, que insiste en la necesidad de mantener el rumbo, como lo único posible, casi como si fuera un hecho natural.
Para el FMI no deben realizarse cambios en la conducción de las políticas monetaria y fiscal. En el campo de las finanzas públicas lo relevante para el caso de las economías avanzadas es dar pasos firmes en la consolidación fiscal; es decir, reducir el tamaño de la deuda pública como proporción del PIB, a la vez que se mantiene una firme disciplina fiscal. Lo recomendable en muchas economías es lograr superávit primario, gastar en el ejercicio fiscal programado menos de los ingresos, para contar con recursos para el pago de los intereses de la deuda pública. En lo monetario es mantener tasas de interés de referencia calificadas como anormalmente bajas, aunque lleven años de estar vigentes, en tanto se logra recuperar el crédito y desendeudar a los bancos e instituciones financieras.
Estas políticas tienen relación con los altos niveles de desempleo, son incompatibles con una seguridad social universal y no se han acompañado de una sostenida recuperación de la inversión. Por ello es muy difícil observar un aumento de la demanda agregada y menos aún del crecimiento. Además, la inyección de recursos por los bancos centrales y otras instancias gubernamentales en los sistemas financieros permite la recuperación de los mercados financieros y de los beneficios de sociedades de inversión y un reducido grupo de grandes financieros. Por lo que el estancamiento económico y la concentración del ingreso y de los beneficios en 1% de los más ricos de la población son hechos y no percepciones.
En 2015, otra consulta a la población tampoco resultó a favor de las políticas defendidas por el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión de Bruselas: fue el referéndum en Grecia. El pueblo griego dijo no a la propuesta de Bruselas por una amplia mayoría, 61.31% de los votos, con una participación de 62.5% de los electores. Pero el pueblo griego fue ignorado, con el argumento de que era imprescindible pagar la deuda y alcanzar el equilibrio fiscal, aún cuando se redujeran más los salarios y las prestaciones sociales. Actualmente la deuda griega como proporción del PIB es mayor que en 2015 y mayor que años antes. En 2011 equivale a 172% del PIB. En 2015 a 194.8% y en 2016 se estima que cerrará en 199.7% del PIB. Las políticas impulsadas y defendidas por el FMI y otros agentes de los grandes rentistas alimentan la incertidumbre que es el terreno en que se incuban nuevos huevos de serpientes.
Departamento de Economía
Universidad Autónoma Metropolitana,
Unidad Iztapalapa
vidal.gregorio@gmail.com