Cuando Peña Nieto preguntó: ¿Ustedes qué harían…?, escuché en mi interior sonidos similares a una estampida de caballos, ideas y propuestas que respondían a un clamor popular que, de ser satisfecho, se traduciría en un paulatino enfriamiento de los ánimos públicos. No se requiere ser el gran “intérprete de la voluntad nacional” ni practicar sesudos sondeos sociológicos ni ejecutar complicadas encuestas para encontrar soluciones: basta con entrar a una cafetería o pedir un tequila en una cantina o simplemente conversar con la gente y escucharla, para dar con soluciones inaudibles en el hermetismo político de Los Pinos.

¿Qué exigimos los mexicanos ante los políticos sordos e impasibles que desprecian a la ciudadanía? ¡Que desaparezcan!, sin pretexto alguno, ¡pero ya, es ya!, los odiosos diputados plurinominales, que conducen la agenda legislativa y nadie nunca votó por ellos. ¿Qué haría? Mandar mañana una iniciativa presidencial para concluir de un plumazo con esa carísima farsa democrática innecesaria en el siglo XXI, reducir simultáneamente a 64 el número de senadores y cancelar, sin tardanza, ese inadmisible dispendio, si es que la soberanía nacional “reside esencial y originariamente en el pueblo”, según el artículo 39 de nuestra Carta Magna.

¿Más propuestas para aliviar el malestar social? Mandaría otra iniciativa presidencial para reducir agresivamente el financiamiento de los partidos políticos que deben depender fundamentalmente de los recursos de sus militantes. ¡Casi 5 mil millones de pesos, una locura con las dramáticas necesidades de México! ¿Quién se atreve a auditar a un partido político o al clero o a los sindicatos, como el de Pemex, cajas negras llenas de víboras? ¡Nadie!, ¿verdad…? Son franquicias tributarias que deben desaparecer. El costo mexicano de la democracia es aberrante, por lo que también deben reducirse drásticamente los fondos, los sueldos y bonos groseros destinados al INE y al Trife que ofenden al pueblo de México, como igualmente lo ofenden las prestaciones de los burócratas de Pemex, CFE y el IMSS, impropias, cuando menos, en un país en donde el salario mínimo es de 80 pesos diarios. Los futuros contratos colectivos de trabajo deben igualarse con las contrataciones de las empresas privadas. En este 2017 se pronostica un déficit público de 500 mil millones de pesos. ¡Horror! ¿Y el déficit prometidísimo de tasa “0”? ¿Y los recortes presupuestales? ¡Imposible que el gobierno gaste más en “servicios personales” que en inversión pública! Es obvio, si a cada diputado lo sobornaron con 20 millones de pesos, diez mil millones, en total, para que aprobaran al vapor el presupuesto federal… ¿No…?

Según la ley, el Banco de México debe entregar en abril a Hacienda la cantidad de 470 mil millones de pesos, derivados de las ganancias cambiarias de dicha institución. Dichos fondos deberían destinarse, de acuerdo a un serio compromiso público, a la amortización de deuda y no al financiamiento espurio de campañas electorales del PRI y menos, mucho menos, a fines inconfesables…

¡Ah! ¿Y el zar anticorrupción…? ¿No debería ser una decisión a cargo de la ciudadanía? ¿Y…? ¿Por qué la tardanza, ¿eh…? Todo lo anterior se escucha con salir a la calle… ¿Por qué razón no escuchar y respetar las voces airadas de todos nosotros…?

Por supuesto que continuará… ¡No faltaba más…!

fmartinmoreno@yahoo.com

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