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Se acabó el sueño de que el Ejército puede combatir al crimen organizado en México. Ayer, el general Salvador Cienfuegos aceptó la derrota.
Mandó un mensaje al Presidente y descalificó la estrategia (mejor conocida como “guerra”) que inició hace diez años Felipe Calderón Hinojosa.
El secretario de la Defensa Nacional no quiere que los hombres y mujeres a su cargo continúen al frente de esa lucha. Quiere que regresen a los cuarteles. Ayer declaró que los militares no estudian para perseguir delincuentes y que no se sienten a gusto.
Fue una confesión-conferencia donde mezcló verdades, curiosidades, verdades a medias y una que otra balconeada.
Verdades. Cierto que ellos no pidieron estar ahí. Los enjaretó, primero, Calderón. Evitó utilizar mecanismos constitucionales para situaciones de emergencia.
Cierto que en lugar de mejorar, repuntaron los homicidios y otros delitos graves.
Cierto también que las policías no se han reconstruido ni cumplen cabalmente con sus obligaciones.
Y la mayor de todas las verdades expresadas: El balance es que han fallecido mexicanos que no debieron haber muerto.
Curiosidades. Raro que a estas alturas el jefe de quienes viven armados y enfrentan a los delincuentes que azotan a la población con granadas, cuernos de chivo y equipo sofisticado, diga que los niveles de violencia e inseguridad no son asuntos “que se puedan resolver a balazos”.
Verdades a medias. Que el nuevo sistema de justicia penal no ha funcionado como debe, pues no mantiene en la cárcel a quienes hacen daño a la sociedad, dijo. Considero que esa no es “la” causa. De hecho, desde las cárceles se extorsiona y se coordina la delincuencia.
Balconeada. Resulta que para el secretario no es idóneo que se respeten derechos humanos (por ejemplo, no ejecutar o torturar). “Los soldados ya mejor piensan si le entran a enfrentar a los grupos delictivos con el riesgo de ir a la cárcel acusados de violar derechos humanos o que sean procesados por desobedecer”.
El general cierra una etapa donde no pudieron contra el crimen. Años de una estrategia fallida impulsada por Felipe Calderón y retomada por Enrique Peña.
Preguntas: ¿Si fallaron las policías y el Ejército, ahora quién podrá combatir a los criminales? ¿Cuál es su responsabilidad, más allá de echar culpas, en este fracaso o en los casos más escandalosos como Ayotzinapa? ¿Quiénes han luchado y quiénes han sido infiltrados? ¿Cómo “conviven” en las regiones tomadas por el narcotráfico? ¿Así como hay ex militares en los cárteles de la droga, existen colaboradores actualmente?
Estas y muchísimas preguntas más tienen que ser aclaradas de cara a la sociedad y a los propios soldados que han combatido con honestidad. El Ejército mexicano lo merece. Son muchos años de ser una institución con altos índices de confianza.
Por eso, la nueva ley que Cienfuegos está impulsando (y presionando para su aprobación) no puede ser un cheque en blanco. No puede darse sin que antes exista una investigación que transparente y evalúe el actuar del Ejército en la sanguinaria y dolorosa década de “la guerra de Calderón”.
@elisaalanis
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