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El oficial del Registro Civil del municipio de Suchiate, en Chiapas, vende actas de nacimiento entre 4 mil y 5 mil pesos a los guatemaltecos de ambos lados de la frontera.
Ese es el precio en tiempos normales, pero ahora hay campaña por la presidencia municipal y su mujer es la candidata, entonces hace tiempo que intercambia las actas por apoyo político y promesas de votos. Saúl no está perdiendo dinero, está invirtiendo, sabe que teniendo la presidencia municipal surgirán mejores oportunidades.
Además junto con Matilde, su esposa, llevan años cobrando peaje a los camiones de mercancía que forzosamente pasan por su calle para ir a descargar la mercancía que se cruza a Guatemala de forma ilegal. El cuñado de ella es el actual presidente municipal, así que no hay problema con las autoridades.
No es un asunto exótico del Suchiate, eso de ver en la política una oportunidad de hacer negocios. Los ejemplos abundan. El abanico va desde quienes ven la política como una oportunidad para acceder a un trabajo con un salario fijo por un periodo determinado, hasta quienes saquean las arcas de un estado y se alucinan políticos de altos vuelos.
En el mejor de los casos, es oportunidad de empleo, como cándidamente nos lo explicó hace unos años Everardo Alberto Cortés, entonces presidente municipal de Erongarícuaro, Michoacán. Su municipio estaba quebrado y habían decidido cerrar varios días a la semana las oficinas para no gastar ni en electricidad. Todo el dinero se lo gastaban en la nómina, tenía secretarios de desarrollo económico, de salud, de seguridad y muchos más, cada uno con asesores y secretarias. —Es que no hay empleo—, le explicó a Cecilia Reynoso reportera de Punto de Partida —en algo nos tenemos que ocupar.
Luego están los otros casos, los miles que piden tajada a proveedores y contratistas. O los que encuentran la manera de quitarle terrenos o bienes a la alcaldía en beneficio propio, o de socios y amigos como hizo en sus tiempos como presidente municipal de Hermosillo, el panista Javier Gándara. O el gobernador César Duarte, de Chihuahua, que permite que su secretario de Finanzas utilice los recursos públicos del estado para abultar los flujos de dinero de una caja de ahorro que busca convertirse en banco, siendo el secretario socio de la caja y del futuro banco. En el extremo están los que falsifican documentos oficiales, como Humberto Moreira, para endeudar a un estado (Coahuila), para que con el tiempo nos enteremos que el dinero acabó en cuentas millonarias y bienes de sus más cercanos colaboradores en Estados Unidos. (¡Y sabemos tan poco!)
Lo cierto es que la impunidad de la que gozan los que administran dineros públicos en nuestro país ha convertido a la política en una batalla por acceder a jugosas oportunidades de negocio. Se invierte en una campaña para acceder a un puesto que abre oportunidades de negocios que dejan dinero que se reinvierte en nuevas campañas por mejores puestos y mejores negocios.
Cualquier puesto parece ofrecer oportunidades para extorsionar, vender, sacar personalmente provecho. La imagen de la oficina del Registro Civil en Ciudad Hidalgo, Suchiate, es insignificante, tres metros de frente, una sencilla puerta de acceso, y sin embargo, ahí se administran las actas de nacimiento con fines de enriquecimiento inmediato o como inversión para buscar mayores utilidades futuras.
Ojalá rinda frutos, y pronto, el Sistema Nacional Anticorrupción, porque la actual impunidad ha pervertido el sistema desde la raíz: atrae emprendedores para puestos burocráticos y aniquila cualquier beneficio colectivo producto de la competencia plural.